
Lectura es, en su esencia, decodificar y comprender el mundo que nos rodea a través de nuestros sentidos, para significar y resignificar nuestro hacer, saber, pensar. Este acto de mediación individual entre la palabra escrita y su expresión oral, su comprensión para lograr un objetivo particular del saber o el hacer es piedra fundamental para la inclusión cultural de cada individuo.
Los docentes y los bibliotecarios, como artífices de la enseñanza de la lectura y la gestión de la información, deben constituirse y formarse en distintas disciplinas que refuerzan el carácter cultural y científico que cobra hoy el acto de la lectura, es decir, desarrollar las capacidades para poder leer, en todos los sentidos.

Más allá de las ciencias de la información, la promoción de la lectura, el conocimiento de los contenidos curriculares y otras enfoques afines, existe una canasta de bagajes disciplinares y técnicos que permiten comprender más profundamente la trastienda de la lectura: las neurociencias, la psicología y la pedagogía dan luz a nuevos enfoques que potencian a los lectores formados tempranamente y encuentran caminos alternativos para los que leen con distintos ritmos o aquellos que necesitan ser estimulados cognitiva y emocionalmente.

Las aulas y las bibliotecas con sus espacios cada vez más extramuros aseguran en ese habitat de magia y conocimiento los procesos de formación del sujeto lector desde todos los enfoques y en las competencias que demanda su múltiple inserción en los contextos sociales, económicos y culturales.
Mientras se produce el acto exterior visible de un sujeto lector que elige un texto y un soporte generando una mediación de conocimiento, el gesto lector ofrece una potencialidad infinita para los mismos lectores y especialmente para los docentes y bibliotecarios que deben guiarlos y mediar en las distintas etapas del desarrollo de sus matrices lectoras y de su copiloto: la escritura.
La escritura surge como una necesidad cultural simbólica de la representación de la oralidad. La imprenta la consolida como un bien cultural para que sea compartida e intervenida en contextos colectivos y de mayor complejidad.
La escritura- lectura como habilidad universal da origen a los sistemas educativos que la consolidan como herramienta social y como oportunidad ciudadana para la participación en los distintos colectivos de la sociedad.
Las bibliotecas públicas, completan este contexto enriquecido con nuevos espacios multi-etarios y multiculturales, las bibliotecas escolares que se convierten en nidos para acoger a ávidos lectores activando el progreso y la inclusión en las comunidades educativas y dándole a la palabra leída y escrita el valor de un activo preciado.

La lectura y la bibliotecas son aliadas en los desafíos educativos y culturales en este siglo tan complejo donde la lectura es un pasaporte seguro en el crecimiento individual e intelectual de las personas.
Las bibliotecas con espacios que abran grandes ventanas hacia los paisajes externos, a su manera compensan la estimulación sensorial y cognitiva temprana no experimentada en la familia,y como todas las bibliotecas, multiplican las competencias lectoras adquiridas en cada etapa de los aprendizajes y la construcción de conocimiento, elevan el ambiente semántico de una comunidad, se convierten en usinas de producción de metadatos y discursos, dan espacio a la interacción ética y social, aseguran la inclusión cultural y tienden los puentes entre el pensamiento local y global, entre las distintas civilizaciones de la humanidad, entre las raíces de cada memoria individual y el futuro colectivo.

Las imágenes corresponden al Centro de Conocimiento Comunitario financiado por ROLEX de Laussana, Suiza ( Fundación Rolex) y a la Biblioteca de las Misiones, del Parque del Conocimiento, Gobierno Provincia de Misiones