La escritora Eugenia Almeida, también referente del Programa BERA de Córdoba, disertó en el encuentro virtual sobre literatura, memoria, verdad y justicia, organizado por la Biblioteca Provincial de Maestros del Ministerio de Educación de esa provincia, el Instituto de Enseñanza Superior Simón Bolívar, la Tecnicatura en Bibliotecología de la Universidad Nacional de La Rioja y la Asociación Bibliotecarios de Córdoba.
Se trató de una actividad realizada en el marco del Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia con el fin de reflexionar sobre la literatura a 45 años del golpe cívico-militar, apelando a la memoria.
“Este 24 de marzo si bien hubo mucha gente que plantó memoria acompañando la campaña que llevó adelante Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, a la par aparecieron discursos negacionistas. En esa línea hay un doble trabajo por hacer, poner en cuestión estos discursos, desarmar la estructura y la voluntad del odio que se juega ahí”, analizó Almeida, autora de “El colectivo”, libro publicado en Argentina, España, Grecia, Francia, Italia, Portugal, Austria e Islandia.
En el plano de la literatura, esta escritora cordobesa analizó cómo fue el recorrido histórico en relación al terrorismo de Estado y los derechos humanos. “Ni bien finalizó la dictadura, teníamos una literatura más centrada en el horror, había una necesidad de nombrar explícitamente. En las primeras producciones se juzgaba muy duramente a quienes en momento de tortura no habían aguantado más. Con el paso de los años se pudo tomar esos testimonios y entender la enorme complejidad de lo que fue la dictadura”.
Y continuó: “Años más tardes, empezaron a entrar las voces de los hijos, de Félix Bruzzone, Laura Alcoba, grandes escritores. Pienso en un libro maravilloso que se llama El silencio. Postales de La Perla de Ana Iliovich, donde la autora cuenta su vivencia en ese centro clandestino, o La Cuca de Ana Mariani, obra que trata sobre una entrevista a la única mujer condenada por delitos de lesa humanidad. Son libros que hace años no se hubieran tolerado, por ejemplo, de entrevistas a un represor o a una represora. Pero necesitamos oír todo, hablar de todo porque en ese cruce de voces podemos tener una mirada más cercana a la realidad y sobre todo ponemos en jaque lo que querían los militares quienes querían una verdad, una voz, un discurso”.
Por su parte, Fátima Serione, coordinadora de la Biblioteca Provincial de Maestros y de su Red de Bibliotecas Pedagógicas, resaltó el rol que ocupaban los docentes y bibliotecarios durante esos años oscuros. “Teníamos mucho poder porque desde los libros se difundían ideas y ese era el peligro, por eso se los quemaban. La literatura nos hace atravesar puentes e ir a otros mundos. Pensar y soñar con otros mundos más igualitarios y justos posibles. Se los debemos a nuestros desaparecidos que justamente los mataron por tener estos ideales”.
