LA MATERNIDAD Y LA EDUCACIÓN DE LA INFANCIA

Para las élites políticas e intelectuales decimonónicas la misión esencial de la mujer era no sólo de dar a luz a las nuevas generaciones sino también velar por sus condiciones físicas, morales y espirituales. Desde esta óptica, las mujeres pasaron a ser la garantía del crecimiento y la calidad de la población. Por ello, estas élites promovieron una serie de estrategias y discursos en los cuales la maternidad era concebida la esencia de la naturaleza femenina, marcando el lugar social de las mujeres. (Nari, 2004).

El libro de Marcos Sastre puede considerarse un ejemplo de una nueva pedagogía destinada a las mujeres en su condición maternal con el objetivo de enseñarles sus deberes y modificar las pautas mediante las cuales criaban a los niños. ¿Cuáles eran los atributos que las mujeres debían cambiar para mejorar su naturaleza maternal? Debían dejar de acceder a todos los antojos de los niños; empezar a resistirse a las lágrimas, evitar mentirles o asustarlos con invenciones “pavorosas” y jamás reírse de sus temores. Las madres debían usar más de la persuasión y de las demostraciones de cariño que de los castigos y el rigor. Nunca debían faltar a su palabra ni dar marcha atrás con sus promesas. Tras éstas ideas puede observarse un programa de educación de los niños basado en el cariño de la madre, sentimiento por el cual las acciones violentas y los impulsos serían sustituidos por una actitud medida y reflexiva.

Estos “consejos” a las madres se complementan con aquellos destinados a los institutores. En este caso, también se enuncia un proyecto modernizador (acorde con las ideas difundidas en otros ámbitos como el Congreso Pedagógico de 1882) que enfatizaba en que la disciplina y el orden debían basarse en el ejemplo del maestro, la buena distribución del tiempo de trabajo en el aula y las recompensas al esfuerzo. Pero nunca debían aplicarse penas humillantes, castigos corporales y las penitencias bochornosas.

En los bellos grabados del libro pueden verse las imágenes infantiles que eligió Sastre para ilustrarlo. En sus páginas los niños, vestidos con elegantes camisas tableadas juegan con gran cantidad de juguetes. Las madres de estos niños, pertenecientes a familias con un buen pasar económico, fueron, quizás, las primeras en modernizar sus conductas maternales. Lo destacable es que el autor eligió estas imágenes de confort y prosperidad para retratar las nuevas actitudes.

>> Bibliografía específica referente a este texto

 

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Marcos Sastre, Consejos de oro sobre educación, Buenos Aires, Igón, 12ª edición, 1886.

 

 

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