PRÁCTICAS EN EL AULA (1850 - 1880)

Si bien contamos con indicios más que con certezas en cuanto a lo que sucedía en las aulas durante este período, la aproximación a sus espacios, actores y prácticas nos permitirá comprender aún más qué sucedía en el naciente sistema educativo.

Una forma de hacerlo es partir de las ideas que tenían las elites educativas sobre las prácticas correctas y apropiadas para el aula, mediante por ejemplo, las reglamentaciones vigentes.

No obstante, es necesario considerar que siempre existe una distancia entre las disposiciones y las prácticas cotidianas. Precisamente, muchas de las prohibiciones se referían a situaciones que eran en realidad una norma no legitimada.

Esto parece suceder en el caso de dos tópicos sobre los que se insiste fuertemente en los reglamentos de la segunda mitad del siglo XIX: los castigos físicos y el uso de la memorización para el aprendizaje.

En esta línea, la ley 1420 (1884) prohibió a los maestros castigar físicamente a los niños. Las palmetas y los coscorrones eran retratados como el símbolo del oscurantismo y el atraso. De un modo similar, el rechazo a la memorización condensó el impulso que tomaron los nuevos métodos educativos. La enseñanza debía ser gradual, basada en el interés de los niños, la observación y la experiencia.

El énfasis puesto en estas prohibiciones permite pensar que eran conductas bastante extendidas, tanto antes como después de aprobada la nueva legislación. El castigo corporal era acorde con una sensibilidad popular que imponía la disciplina mediante la coacción física. Si bien estas nociones populares estaban cambiando y las autoridades educativas consideraban que era necesario erradicarlas, debieron pasar varias décadas para que los nuevos principios se convirtieran en parte del sentido común educativo. De este modo, las prácticas educativas se transformaron lentamente y muchas escuelas no sintieron el impacto de las novedades surgidas de la Ley de Educación Común hasta después del 1900.

 

 

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