La presidencia de Ramos Mejía significó un hito que dividió aguas en la política del Consejo Nacional de Educación. Al asumir el cargo en 1908, Ramos Mejía era una de las figuras más reconocidas del mundo intelectual argentino. En el primer año de gestión se dedicó a realizar un diagnóstico de la educación primaria en el país. Sus primeras conclusiones, en tono colérico y de denuncia, sostenían que las escuelas no cumplían su misión de forjar generaciones de argentinos que garantizasen la grandeza y el progreso nacional.
La preocupación de Ramos Mejía se inscribe en un contexto caracterizado por cierta desconfianza de las elites intelectuales y políticas ante las consecuencias de la inmigración. Así pues, en el marco de los festejos de la revolución de Mayo, las apelaciones a la nacionalidad, al patriotismo y al hispanismo vigentes daban cuenta del temor de estas elites, producto del sentimiento de “amenaza” que los nuevos sectores sociales surgidos del proceso de inmigración y crecimiento urbano les generaban (Devoto, 2002). Las obras de Leopoldo Lugones, Manuel Galvez y Ricardo Rojas, dan cuenta de este recelo.
En este clima, Ramos Mejía observó que las escuelas estaban lejos de educar en el sentimiento nacional y el amor a la patria, y diseñó un programa para revertir la situación. Su concepción de la nacionalidad impedía la expresión de las diferencias, y apelaba a la formación de una comunidad unificada mediante sentimientos patrios, más que por valores compartidos. Asimismo, para este autor, la escuela era uno de los medios más poderosos para crear el “molde donde se funde el carácter colectivo en el período en que los cerebros infantiles son fácilmente plasmables y dóciles”. En esta etapa, los niños deberían aprender a venerar las tradiciones de la patria, sus símbolos y sus héroes.
El programa patriótico de Ramos Mejía, estaba vinculado a todas las áreas del conocimiento. Abarcaba desde los actos escolares, los paseos, la lectura y la escritura, las ciencias naturales y las aritméticas (utilizando las fechas patrias, los ríos y las características del país en los ejercicios) y, por supuesto, la geografía, la historia y la moral. A su vez, este programa nacionalista incluyó otros aspectos como la formación de maestros, la construcción de edificios, nuevas medidas dirigidas a hacer cumplir a la obligatoriedad escolar, escuelas para “niños débiles” y colonias de vacaciones. Este programa integral, destinado a moldear a las generaciones futuras, incluyó también, cambios en los programas y en la organización del tiempo escolar.