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Mariana Castagnino y Carlos Rossi Elgue

En 1962 la editorial Eudeba publica una reedición del poema Martín Fierro de José Hernández, ilustrado por Juan Carlos Castagnino. Esta experiencia resulta un fenómeno editorial inédito que impacta sobre la representación visual del texto y el imaginario social sobre el campo, su paisaje y sus habitantes.

Mariana Castagnino y Carlos Rossi Elgue
Mariana Castagnino y Carlos Rossi Elgue

 

En torno a esta edición, Mariana Castagnino -nieta del ilustrador- y Carlos Rossi Elgue -licenciado en Letras- realizaron la charla «Hernández-Castagnino, astilla del mesmo palo» en el marco del ciclo Dibujando letras.

«Buscamos pensar en cómo la obra de Castagnino dialoga con el Martín Fierro en sus ideas y en su ideología,  pensar en qué es lo que Castagnino encuentra en Hernández. Por eso elegimos ‘astilla del mesmo palo’, verso que une a Cruz con el Martín Fierro y que a nosotros nos sirvió para unir a Hernández con Castagnino» afirmó Elgue.

Castagnino nace en 1908 en Camet. Hijo de un herrero, queda huérfano joven y se traslada con su familia a Mar del Plata. Más tarde, se muda a Buenos Aires para estudiar bellas artes y arquitectura. Se afilia muy joven al Partido Comunista, costándole vivir de su obra. En la década del 50, gracias a los murales en las Galerías Pacífico y su amistad con Berni y Spilimbergo, logra abrirse camino.

José Boris Spivacow, gerente de Eudeba, le propone hacer el Martín Fierro. Castagnino está cerca de 2 años bosquejando el personaje, recorriendo la provincia en busca del rostro de Fierro. Se cuenta que en una yerra lo encuentra. Realiza gran cantidad de bocetos y pruebas, muchos de los cuales no se encuentran en la edición final del libro.

En 1962 se publica, siendo el primer best seller argentino: en 25 días se venden 50 mil libros en Buenos Aires y el conurbano. Se reedita ocho veces, totalizando 250 mil ejemplares vendidos. Se distribuye en los kioscos de diarios, lo que facilita el acceso a quienes no frecuentaban bibliotecas o librerías, masificando su venta y trasformándola en una forma de comercialización revolucionaria.

En su obra, Castagnino rompe con la representación tradicional, criollista y conservadora del gaucho. Sus ilustraciones emergen de una observación sensible y real del hombre de campo y de una lectura del texto como poema social cuyo mensaje denuncia la injusticia y la opresión que sufre el pueblo. Esta tarea permite al artista crear una nueva obra en la que confluyen su historia personal, su profundo humanismo y sus ideas estrechamente unidas al comunismo.

Cuando se presenta el libro, Castagnino manifiesta en un discurso:
«Y porque esta revelación, como todo milagro, es la presencia de esa necesidad vivencial, abriendo el misterio del azar, probando que el sentido recóndito del bien y lo bello está siempre latente en nuestra raíz […] se quiere y se defiende al de 1870 con chiripá y botas de potro […] como se quiere y se defiende al de ayer con su vestimenta de chacarero empobrecido, como se quiere y se defiende al de hoy, vestido con el overol proletario, porque adentro es siempre el mismo, con sus angustias y sufrimientos, y afuera también es
lo mismo, leyes represivas, mandos, decretos, levas».

Castagnino renueva la afirmación que denuncia el abuso y decide el silencio frente a aquello que contradice sus convicciones. Resultan significativas, en este sentido, las nulas ilustraciones sobre el gringo y las escasas sobre el indio, caracterizado en el poema como salvaje y asesino, fuera de la ley civilizada y cristiana.

Rossi Elgue concluyó: «me parece interesante pensar un texto de la literatura argentina que encuentra su cara. Hay un imaginario que circula en los años previos y que se cristaliza, de una manera muy eficaz, en esta obra. No solo se le da forma a esa cara, sino al paisaje, al chajá, a los cardos […] El Martín Fierro forma parte del canon de la literatura argentina, gracias a las valoraciones culturales que lo colocaron en ese lugar. Básicamente, las lecturas de Lugones y de Cané y el contexto de modernización. Surge la pregunta por la identidad nacional: quiénes somos, quiénes son nuestros referentes, cuál es nuestra literatura. El Martín Fierro responde esa pregunta, colocándose en el centro».

Finalmente Mariana Alcobre, directora a cargo de la BNM, cerró la jornada agradeciendo a los expositores que «nos permitieron reflotar un mito fundante de la literatura argentina y plantearnos sobre el mercado editorial de Eudeba, que estaba en plena pujanza, recién nacida y con la dirección de una mente que pensó en masificar, en llevar el conocimiento a toda la ciudadanía.

Compartimos la presentación de los expositores