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Victoria Ocampo

Ramona Victoria Epifanía Rufina Ocampo nació el 7 de abril de 1890. Hija de Ramona Aguirre y Manuel Ocampo, fue la mayor de seis hermanas y su educación se llevó a cabo en Francia, con institutrices que hicieron que su lengua madre fuese el francés. Cursó estudios en la Sorbona, se casó joven con Luis Bernardo de Estrada, matrimonio que terminaría en escándalo por los rumores de amoríos entre Victoria y Julián Martínez, primo de Estrada. En 1922, Victoria Ocampo se separaría legalmente. Fue una de las muchas transgresiones que practicaría para con un destino que parecía estarle señalado desde la cuna.

Lectora apasionada, escritora, traductora y precursora en muchos órdenes, editó su primera obra en 1924 con ayuda de Ortega y Gasset, no fue ajena a las manifestaciones de los movimientos feministas, intelectuales y antifascistas argentinos y fundó en 1936 la Unión Argentina de Mujeres, institución que presidiría hasta 1938. Entre sus cargos se puede mencionar también su Vicepresidencia Honoraria Internacional del Pen Club y su condición de Presidente del Directorio del Fondo Nacional de las Artes, durante 15 años.  Fue la primera mujer miembro de la Academia Argentina de Letras y, también, la primera que obtuvo una licencia de conducir.

En Ocampo, el interés por divulgar la cultura es tan fuerte como el de su propia producción. Sus diez volúmenes de Testimonios y los seis que constituyen su Autobiografía nos dejan una semblanza de una mujer enormemente avanzada para su época. En 1931, fundaría la revista Sur, una de las publicaciones literarias más importantes de habla hispana en la que las plumas de William Faulkner, Albert Camus, T.E. Lawrence y Thomas Mann podían cruzarse con las de Borges, Cortázar y Bioy Casares, además de sus míticas recepciones en las que recibía a lo más laureado de la cultura europea.

Peleada con el peronismo, no esquivó la prisión ni las polémicas, como el intercambio epistolar que tuvo con Arturo Jauretche. A las acusaciones de que su literatura y su trabajo editorial eran extranjerizantes y que Sur se había desviado de su propósito confeso de “buscar el oculto tesoro de América”, respondía:

“–¿Que soy extranjerizante y mi revista también? Tiene gracia la crítica tratándose de una persona que se ha quedado en el país por elección, no por necesidad, que habla francés como su propio idioma, si no mejor, inglés casi a esa altura, y que tiene valiosos amigos en el extranjero. La verdad es que más bien se me podría acusar de ser en exceso argentinizante. Pero esto ya ni lo discuto. Ni explico más”.

Figura señera de nuestras Letras y principal impulsora para convertir a la Argentina en un faro cultural para toda Hispanoamérica, Victoria Ocampo no dudó, con apasionada independencia, en dilapidar su fortuna para hacer crecer las artes. No tuvo hijos, pero su legado, a más de 39 años de su muerte, se extiende y agiganta. En estos tiempos en los que las reivindicaciones de género y luchas históricas salen a la luz, la figura señera de Victoria Ocampo sigue invocando el deseo de acceder a nuevos lugares, de discutir el status quo, de reconocimiento, de igualdad y de respeto.

Los siguientes libros de Victoria Ocampo son parte de nuestra colección.

(Fragmento de fotografía hecha por Gisèle Freund donada por Sara Facio al Museo Nacional de Bellas Artes)

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