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En esta oportunidad desde la Biblioteca Nacional de Maestros recordamos a las hermanas Clotilde y Blanca Torterolo, grandes deportistas argentinas que fueron motivo de inspiración para muchas otras mujeres que se avanturaron a desafiar costumbres y barreras de género.

 

En los años 30 Clotilde fue pionera en remar en el Riachuelo y Blanca se convirtió en la mujer más veloz de Sudamérica. Si bien era una tradición de la familia Torterolo el dedicarse al teatro (vinculadas a Blanca y Pablo Podestá además del entrañable Dringue Farías) ellas impusieron desde su generación la pasión por los deportes que se extendió a sus hijos y a sus nietos.

En la imagen vemos a Blanca Torterolo en la tapa de la popular revista El Gráfica (edición 653, en tiempos que era parte de Editorial Atlántida a cargo de la familia Vigil) del año 1932. Blanca era una corredora muy veloz, era sprinter, mientras que Clotinde era fondista y de largo aliento como ella misma se definía. Es para destacar que Blanca en el año 1931 estableció el record sudamericano en los 100 metros llanos con una marca de 12 segundos 7 décimas. Blanca también en ese tiempo tenía el record argentino de 80 metros.

Lejos de respetar las modas y costumbres del momento las hermanas Torterolo le daban prioridad a la ropa cómoda para practicar deportes, hacían su camino en una época en que los escotes y mostrar las piernas estaba prohibido, una época de vestidos hasta los tobillos.

Mientras que Clotilde se enamoró del periodista Borocotó y contrajeron matrimonio. Blanca sigue siendo líder como corredora, a sus 22 años en la revista Fémina Ilustrada la describían así: “Pequeña, apenas alcanza el metro y medio, con peinado a lo varón pero esencialmente fémina. Es profesora de bordado y tiene la habilidad de preparar licores, postres, yemas y bizcochos.” La campeona conocida como la muchacha más veloz de sudamérica además disfrutaba de cantar tangos.

En 1937 Blanca se retiró y se casó con Miguel Tomás Crawley y juntos fueron los padres de Edith su única hija.  En ese año Clotilde ya madre de dos hijos (serían cuatro con el correr de los años) retoma las regatas y gana con el equipo de las “casadas”.  Estas dos mujeres que siempre lucharon con los “no” y fueron pioneras y aventureras, en el caso de Clotilde también se animó a manejar, un acto sumamente audaz para la época. Pero remar para ella no sería el único deporte , jugó al básquet, pelota al cesto, hockey sobre césped y sigue la lista. Ya a sus 80 años confesó que: “Quisiera contarle todo esto a mis nietos, para que vean que la abuela no fue siempre vieja. Pero hoy en día hay tan poco tiempo…” Es interesante reparar en las últimas palabras de Clota y pensar en compartir tiempo con los mayores, escucharlos y disfrutar de sus relatos. Esos son los tiempos que valen y se recuerdan por siempre. Los tiempos que se comparten.

Los invitamos a visitar la Biblioteca Nacional de Maestros y descubrir a estas ejemplares deportistas en las páginas de los libros.

 

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