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El primer paso que se debe realizar para organizar el trabajo de descarte, es una evaluación en la cual se analizarán dos aspectos: el contenido y el soporte.

Se considerará que una entidad portadora de información puede descartarse cuando su contenido:

  • contiene información obsoleta, pero que la Biblioteca no piensa pasar a su fondo histórico
  • una vez evaluado, la Biblioteca lo considera como material no relevante
  • el nivel de profundidad de análisis no es el que la Biblioteca ofrece a sus usuarios
  • contiene información inexacta
  • se encuentra actualizada en otro recurso que la Biblioteca usa con más frecuencia
  • contiene información que no es usada por los usuarios
  • son duplicados que exceden la demanda y ocupan lugar innecesariamente

Y desde el soporte cuando:

  • no está actualizado, se carece del reproductor necesario, la Biblioteca valora el contenido por sobre el envase y ya lo posee en un soporte digital
  • la encuadernación se encuentra muy deteriorada, no está disponible para el uso y tampoco se puede restaurar
  • la impresión no es óptima
  • le faltan páginas
  • presenta deterioro por factores tales como: hongos, suciedad, humedad, etc.
  • en el caso de soportes digitales (como CD o DVD), presentan problemas de lectura
  • en el caso de materiales especiales, presentan golpes o pérdida de alguna de sus partes

Es importante considerar que estos pasos son generales y será cada Biblioteca la que debe generar sus propios criterios de evaluación para el descarte de sus materiales analógicos o digitales, estos deberán tomar en consideración aspectos como: usuarios, tipo de Biblioteca, espacio físico disponible, presupuesto, recursos humanos, el fondo y la cantidad de tiempo.

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