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Despedimos a José Edmundo Clemente (1918 – 2013). Enumerar sus logros en pocas líneas se vuelve una tarea difícil. Ensayista laureado, sí, pero antes que nada Bibliotecario. Su vida estuvo ligada al desarrollo y promoción de la labor bibliotecaria desde distintos frentes. Creador de la Escuela Nacional de Bibliotecarios de la Biblioteca Nacional, desde su dirección se graduaron centenares de profesionales que hoy pueblan las bibliotecas del país reproduciendo sus enseñanzas.

Parte de la llamada Generación del 40, se encargó de modernizar la profesión desde la vanguardia de los parámetros bibliotecológicos internacionales. Fue la mano derecha (y los ojos) de Borges durante sus años al frente de la Biblioteca Nacional. Juntos, escribieron sendos ensayos que dieron forma al libro El idioma de Buenos Aires, de 1953.  Su obra ensayístitca también se centró en la filosofía, la estética, la lectura, la escritura y la contemplación del arte: Estética del contemplador, Estética de la razón vital, El ensayo, Los temas esenciales de la literatura, entre otros, son los libros que nos deja.

 

Fotografía de José Edmundo Clemente, tomada por Silvana Colombo para el diario La Nación.

 

Director de la Biblioteca Nacional durante tres años (1976-1979), se encargó de que el edificio pudiese emplazarse en su ubicación actual. Mantuvo, después de esto, la dirección de la Escuela de Bibliotecarios, en donde se reservó hasta edad avanzada alguna clase para enseñar a sus alumnos a leer el Partenón. Desde su experiencia en las islas griegas, mostraba a los alumnos distintas formas de acceder a este monumento de la cultura occidental. Tampoco era raro verlo sentarse en una mesa de examen para escuchar las disertaciones, al final de las cuales decía, siempre: “He aprendido mucho”.

Humanista en sentido amplio, podía conversar de los más diversos temas con idéntico encanto y profundidad de conocimiento. Generaciones de bibliotecarios aprendimos con él, que había revisado el Quijote entero con “paciencia salteña”, que no se encuentra allí la frase “Ladran, Sancho, señal de que cabalgamos” y nos desengañamos así de las formas de lectura vicaria que uno cree tener sin pasar por el indispensable contacto real con los textos. Enseñar a leer con cariño y cuidado fue siempre su afición, queda su Estética del lector que sigue brindando herramientas útiles para saber en qué momento es adecuado darle un libro a un lector.

Miembro de Número de la Academia Argentina de Letras, miembro correspondiente de la Real Academia Española, Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, Premio del Consejo del Escritor, Segundo Premio Municipal, Subsecretario de Cultura de la Provincia de Buenos Aires, Rector del Instituto de Bibliotecología de la Nación y un largo etcétera, la carrera de José Edmundo Clemente terminó el 25 de junio de 2013 y nos ha dejado a todos los bibliotecarios y amantes de las bibliotecas un poco huérfanos, tristes y con la ardua tarea de continuar su legado.

2 pensamientos en “Despedida a José Edmundo Clemente”

  1. Fue mi tío.Era Salteño.Su madre salteña, coya ,que vino a Bs As (mi abuela) a trabajar y poder criar a todos sus hijos con gran orgullo.Mi tío hizo su camino desde abajo y fue el orgullo de una fliaö pobre y llena de desencuentros.Mi papá, el más chico de los hermanos lo respetaba como a un procer, porque fue el ejemplo que supo llegar al conocimiento desde la nada.Nunca se alejo de su pasado.Fue un buen hombre.

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