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Corrían los años ochenta y comenzó a despertar la democracia en la Argentina. Fueron las  bibliotecas, entre las diferentes instituciones públicas y civiles que volvieron a ver la luz, las que recuperaron  la palabra y sus espacios liberados de mordazas y cepos, después de décadas de censuras y oprobios contra la creación y la construcción de conocimiento en libertad.

Entre ellas, nuestras bibliotecas populares, administradas y lideradas por los miembros de cada  comunidad, recobraron la oportunidad de cumplir su famosa función milenaria ampliada con el advenimiento de sociedades más igualitarias: preservar la memoria de lo escrito y permitir el acceso sin discriminaciones a la lectura para todos los ciudadanos.

Durante esos años, también se recuperó la visión Sarmientina de la Ley 419, y se profundizó la política pública dedicada a respaldarlas desde el Estado, con una nueva propuesta legislativa que nuevamente puso en su lugar a la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares a través de la aprobación y promulgación de la Ley Nacional 23351 para el fomento y desarrollo de estas instituciones con tan crucial misión. Así mismo, se completaron estas acciones con dos herramientas imprescindibles para poner en acción los fundamentos de la ley: un fondo nacional dedicado para co-financiar los proyectos institucionales generados por las bibliotecas de las comunidades y el tan necesario reglamento, para no dejar que la Ley fuera una simple expresión de deseo.

Un grupo interdisciplinario y de diferentes procedencias ideológicas y políticas en el ámbito del gobierno nacional, junto con la colaboración de profesionales de las ciencias de la información, y miembros de las asociaciones de bibliotecas populares de muchas procedencias geográficas, trabajaron   sin descanso y con pasión para finalizar la estrategia planteada, y generar así un ámbito federal duradero y seguro desde donde se continuaría caminando hacia la mejora continua de estas instituciones.

Fue una mañana especial de julio del año 1989, cuando se selló este camino. Entre el café con leche de su última mañana como presidente de los argentinos, el Dr. Raúl Alfonsín firmó el decreto presidencial que daba institucionalidad futura al reglamento que avalaría lo emanado por los escritos de dicha ley. Un pequeño pero gran momento histórico al que hoy queremos rendir homenaje para despedirlo.

Lic Graciela Perrone
 

Un pensamiento en “Un pequeño homenaje”

  1. Lic. Perrone, me emocionó su pequeño homenaje y desde ya lo comparto plenamente. Un saludo desde una Biblioteca Popular de Santiago del Estero.

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