Saltar al contenido principal

“Cierre con llave sus bibliotecas si quiere; pero no hay puerta,
no hay cerrojo, no hay candado que usted pueda ponerle
a la libertad de mi mente”. (Un cuarto propio, Virginia Woolf)

A principios del siglo XX la escritora Virginia Woolf puso sobre la mesa temas aún vigentes. Según su opinión, el problema de lo que hoy denominamos patriarcado surge a partir de “(…) un miedo ancestral de los hombres a sentirse inferiores”. Un siglo más tarde, muchísimas mujeres siguen dando por sentada esa cualidad superior intrínseca a los varones, incluso antes de que ellos la empiecen a sentir o a mostrar.

Esta pionera del feminismo tenía un particular estilo narrativo, autobiográfico y poético. Apeló al monólogo interior y fue figura clave del modernismo literario del siglo XX.

La trascendencia de sus escritos provocó que dos de sus libros más importantes fueran llevados a la pantalla grande: en 1992 se estrenó Orlando, sobre la base de una novela contada como una singular biografía con reminiscencias a la homosexualidad y el cambio de género; en 2002 se estrenó Las horas, basada en su novela más reconocida, La señora Dalloway (en 1997 ya se había estrenado una película con el mismo nombre de la novela).

La historia se centra en un día en la vida de Clarissa Dalloway, que representa todo lo que aspiraba a ser una mujer “decente” del período de entreguerras: debía renunciar a sus propios sentimientos para hacer lo correcto, casarse con el hombre adecuado y asumir el papel de la perfecta anfitriona en una fiesta hogareña.

La autora anglosajona nació en Londres, Gran Bretaña, el 25 de enero de 1882 como Adeline Virginia Stephen, dentro de una familia de clase alta. Su padre, Leslie Stephen, era historiador, crítico literario y alpinista; su madre, Julia Ducworth, venía de una familia de editores y era modelo. En la casa, munida de una biblioteca envidiable, se respiraba un ambiente social de literatura, filosofía, política y arte. A diferencia de los varones de la familia, que podían acceder a la educación superior, Virginia estudió en la casa, pero llegó a un nivel educativo alto para una mujer de esa época.

Quizás debido a las muertes de su madre y de su padre, de su hermana Stella y de su hermano Thoby, más el abuso sexual por parte de dos medio hermanos antes de ella haber cumplido los 25 años, sufrió de vaivenes emocionales durante toda su vida.

Comenzó escribiendo artículos y críticas para el suplemento literario de “The Times” y para “The Guardian”. Después de fallecido el padre, se trasladó con algunos de sus hermanos desde Hyde Park Gate hasta el barrio londinense de Bloomsbury, que pronto se convirtió en el punto de encuentro de la intelectualidad británica de la época. El grupo se caracterizaba por su rebeldía respecto de sus orígenes aristocráticos, religiosos y victorianos.

En 1908 escribió la obra de teatro Melymbrosia, que fue la base de su primera novela, Fin de viaje, publicada en 1915, una de sus más ingeniosas sátiras sociales.

En 1912, a pesar de sus dudas respecto del matrimonio, se casó con el economista e historiador Leonard Woolf, a quien había conocido en las charlas intelectuales de Bloomsbury, y de quien tomó el apellido. En la década de 1920 conoció a la escritora Vita Sackeville-West, con quien mantuvo una relación amorosa, y luego, una amistad que perduró hasta la muerte de Virginia.

En 1919 publicó Noche y día, una novela romántica y realista que cuenta la historia de un cuarteto amoroso. En 1922 llegó El cuarto de Jacob, donde se animó a experimentar con metáforas dentro del monólogo interior de los personajes.

En 1929 publicó el ensayo feminista Un cuarto propio, a partir de conferencias dadas a mujeres, en el que reflexiona sobre el papel femenino en la literatura, por ejemplo, la imposibilidad del simple hecho de poder entrar a una biblioteca sin estar acompañada por un profesor o con una carta de presentación.

Durante todos estos siglos las mujeres hemos funcionado como espejos dotados del mágico y delicioso poder de reflejar la figura del hombre al doble de su tamaño natural.

El texto alude a la imposibilidad de la mujer de la generación anterior a la de ella de apenas tener una habitación para sí misma. Si lograba acceder a un libro de la biblioteca familiar era interrumpida para realizar tareas de la casa, y si escribía a escondidas, a la noche rompía el papel enseguida. Si buscaba trabajo, los hombres no la tomaban en serio, tildándola de loca o bruja. Por eso, explica Virginia, en el siglo XIX muchas firmaban como hombres. En cambio

“(…) un hombre joven convivía libremente con una gitana o con una gran dama, iba a la guerra y cosechaba sin obstáculos ni censuras toda una variedad de experiencias de la vida humana que más tarde, cuando se pusiera a escribir libros, le habrían sido maravillosamente útiles”.

En 1927 salió Al faro, novela que en parte retrata sus conflictos familiares. Cuatro años más tarde publicó Las olas, para algunas críticas, su mejor novela.

A pesar de su éxito literario, con ocho novelas escritas, más de treinta libros de otros géneros, cartas, cuentos y conferencias, Woolf continuó sufriendo episodios depresivos y cambios de humor constantes.

Para 1941 los bombardeos del ejército de Hitler destruyeron su casa de Londres. Virginia tenía 59 años. Se despidió de su marido a través de una carta:

“Querido: Creo que voy a enloquecer de nuevo. Siento que no podemos atravesar otro de esos tiempos horribles. Y esta vez no me recuperaré. Comienzo a escuchar voces y no puedo concentrarme. Así que voy a hacer lo que creo que es lo mejor”.

Ese mismo 1941 se publicó de manera póstuma su último manuscrito: Entre actos.

A 140 años de su nacimiento, Virginia Woolf sigue siendo una de las plumas más influyentes de la literatura, una de las autoras más revolucionarias de la narrativa del siglo XX y una de las primeras escritoras en defender los derechos de las mujeres.

Las y los invitamos a visitar nuestra Biblioteca para leer las obras de Virginia Woolf.