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Cuando las almas gemelas se encuentran habiendo ya recorrido buena parte de la vida, los lazos emocionales  y las afinidades intelectuales se hacen más fuertes, dando la sensación de que el mutuo entendimiento  data de más lejanía cronológica.

Con Natu nos conocimos, por supuesto, por los libros. Nos presentó Susana Decibe, Secretaria de Educación de la Nación, cuando recién me había designado Directora de la Biblioteca Nacional de Maestros, y Natu le había propuesto que el Ministerio participara en su flamante programa Leer es un Placer. La Biblioteca comenzó a tener un micro en dicho programa de radio, y la cercanía física de dos cuadras entre Pizzurno y Clásica y Moderna, generó un puente permanente, de lectura, almuerzos, amistad y complicidad en términos de vencer los obstáculos que a veces hacen difícil plasmar la imaginación en realidad, más allá de varios años de programas que llegaron también a las escuelas y bibliotecas escolares a través de la escucha de sus docentes y bibliotecarios.

Soñamos muchos proyectos, y ejecutamos algunos, pero la palabra de los libros o de los sueños estaba siempre a la espera de un escenario para ejecutar.

Serán inolvidables los almuerzos de mujeres amigas que organizaba donde las múltiples jergas de la cultura se saboreaban con  ricos manjares, buen vino y el infaltable tecleado del piano lleno de melodías también “a la carte”.

Visionaria, coqueta, decidida, Natu Poblet sin fronteras  y con los horizontes a babor para descubrir otras páginas, otros escritores, tantos amigos que te extrañaran en los caminos que todavía nos regala la vida.

Graciela Perrone

Un pensamiento en “In Memoriam: Natu Poblet”

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