Saltar al contenido principal

 Hoy, 12 de enero, despedimos a la bibliotecaria Josefa Emilia Sabor (1916 – 2012), pionera y profesional incansable. Josefa  nació en noviembre de 1916 en España. En 1937 obtuvo la nacionalidad argentina. Fue maestra y profesora universitaria. Se especializó en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en Historia y Biblioteconomía. Como becaria de diversos organismos internacionales se perfeccionó en los EEUU, Brasil, España, Francia e Italia. En 1938 ingresó como asistente a la biblioteca del Instituto de Enseñanza de la UBA. Entre 1943 y 1946 fue Directora de la Biblioteca del Instituto de Bibliografía y Biblioteconomía de la UBA.

Luego dirigió la biblioteca del Museo de Ciencias Naturales de Argentina cargo al que renunció por desavenencias políticas. Desde 1955 hasta 1964 fue directora de la Biblioteca Central de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Fue docente en diversas universidades, asesora de organismos internacionales e investigadora del CONICET hasta 1980. Es autora de publicaciones de referencia consultadas aún hoy en el mundo bibliotecológico, muchas de ellas respaldadas en la Biblioteca Nacional de Maestros.


El recuerdo desde la BNM

En 2008, en el marco de la IX Jornada Nacional de Bibliotecarios Escolares, la BNM organizó una feria taller y eligió homenajear a Josefa Sabor, entonces ya muy mayor. No nos pudo acompañar, pero estuvieron discípulas y colegas que hicieron una semblanza tanto de su comprometida vida profesional como de su rico itinerario personal.
La ocasión permitió hacer un ejercicio de recuperación testimonial y componer desde ellos el perfil de una batalladora.
Al despedirla, recordamos aquel momento y por supuesto la recordamos a ella.

Cómo Josefa Sabor  (1916 – 2012) rescata su trayectoria

“Yo entro a la Facultad de Filosofía y Letras por el camino de una de las carreras llamadas mayores, Historia. ¿Porqué bibliotecología y no historia? Por los azares de la vida (…) Eran tiempos políticamente difíciles1 y me veo obligada a trabajar de algo (…) bibliotecaria de lo que entonces se llamaba Instituto de Didáctica (…) Todavía estaba terminando mi carrera y pensaba que no me iba a acordar nunca más de la bibliotecología, pero no fue así (…) Comenzó siendo puramente empírica, seis años entregando libros en el mostrador (…) en sentido estricto, autodidacta, no había aprendido bibliotecología”1

Josefa Sabor se presenta como representante de la generación de “bibliotecarios románticos”  participante del novedoso proceso de profesionalización de la bibliotecología argentina desde lo que considera la primera escuela universitaria en la especialidad de América Latina, lugar que luego ocuparía Brasil. Caracteriza este proceso como de mucho peso del pensamiento, pocos recursos y un profundo sentido de servicio que fue lo que hizo a la calidad de la tarea y estuvo en la base de la profesionalidad. A sus pocos participantes los describe, al decir de Jorge Luis Borges unidos por esa secreta pasión de los argentinos que es la amistad.
Cuando piensa en perspectiva temporal, le atribuye al presente una pérdida de liderazgo por parte de la bibliotecología atribuible a la expansión de la demanda de servicios.
Considera que más allá de su formación académica en la especialidad, realizada con posterioridad a sus estudios de historia, fue necesario haber trabajado mucho para poder teorizar y consagrarse con vocación al trabajo.
Recuerda que quienes abordaron la tarea de sistematizar las bibliotecas universitarias “eran profesores que no tenían demasiado que ver con las bibliotecas (…) que su interés era cultural {no bibliotecológico} y que la única persona que podía trabajar bien era Cortazar  (…) quien instó a que siguiera la carrera(…) que en Filo era muy embromada con sus griegos y sus latines” 2
Recuerda con emoción el momento en que se compró el primer catálogo de la Biblioteca del Congreso de los EEUU y los que vinieron luego. También cómo se fabricaron artesanalmente los primeros lectores de microfilms, para los que se “arrancaron lentes de cámaras fotográficas usadas compradas en la calle Libertad”  y cómo luego, once dactilógrafas tipiaban su contenido para poner al material a consulta.3
Rescata la figura del Rector Risieri Frondizi como un impulsor de su trabajo y como el “que dio más dinero, seguía los procesos, mandaba llamar”4   y de un conjunto de intelectuales que sostuvieron su tarea – aunque no eran buenos administradores – como José Luis Romero, Manuel Sadosky, Félix Cernuschi y Rolando García.

Fuentes y citas bibliográficas:
Extraído de Diamant, A; Narrativas después de la narración. La transferencia de resultados de investigación testimonial a maestros y bibliotecarios escolares. Una experiencia desde la Biblioteca Nacional de Maestros de la República Argentina; IX Congreso Iberoamericano de Historia de la Educación Latinoamericana; Universidad del Estado de Rio de Janeiro; setiembre 2009; Rio de Janeiro; Brasil.

1 Sabor, J; testimonio oral; entrevista realizada por Elinor Franchi; s/d; Ca 2000

2 Franchi, E; testimonio oral; s/d; Ca 2000
3 Augusto Raúl Cortazar. Nació en Salta en 1910 y murió en Buenos Aires en 1974. Egresado de la Universidad de Buenos Aires, cursó las carreras de Letras, Derecho, Bibliotecología y se doctoró en Filosofía y Letras. Dedicó su vida a la docencia universitaria y a la investigación con desempeño en varias universidades nacionales y extranjeras. Renunció a todos sus cargos en la UBA en 1974 por diferencias políticas con la conducción nacional y universitaria.
4  Sabor, J; testimonio oral; entrevista realizada por Elinor Franchi; s/d; Ca 2000
5 Sabor, J; testimonio oral; entrevista realizada por Elinor Franchi; s/d; Ca 2000
6 Sabor, J; testimonio oral; entrevista realizada por Elinor Franchi;

5 pensamientos en “Despedida a Josefa Sabor”

  1. Conocí a “Pepita” como la solíamos llamar quienes seguíamos o pretendíamos seguir sus pasos. En ese sentido fue mi “alter ego”, ella me impulsó a seguir en la UBA la Licenciatura en Bibliotecología y Documentación, tanto puso su interés en que me perfeccionara que estuvo en la defensa de mi tesis con la cual obtuve el título mencionado. Esa tesis tuvo un recorrido muy complicado, ya que quien fuera mi directora, falleció muy joven a los pocos días de que le hubiera hecho entrega de mi último borrador ya aprobado, así que Pepita colaboró para que pudiera conseguir otro director. Fue todo complicado ese trayecto en la UBA ya que me hicieron rendir nuevamente cuatro materias que ya tenía realizadas cuando curse el primer nivel universitario en la UNR. De toda esta historia personal rescato la invalorable actitud de una Pepita, que consagrada internacionalmente, tuvo con una bibliotecaria luchadora, para que se le reconociera un título ganado con mucho esfuerzo. Su reconocimiento personal y que me ha acompañado siempre fue el regalo que mi hiciera cuando concluyó aquella defensa de tesis en la F.F.yL. , de dos litografías dedicadas, que representan paisajes de Colombia en donde ella estuvo entre otras actividades dictando seminarios y otros cursos de perfeccionamiento. Además de distinguirme como su “invitada personal” cuando presento en la Academia Nacional de la Historia, su trabajo bi-Bibliográfico sobre el ilustre bibliógrafo argentino, “Pedro de Angelis y los orígenes de la bibliografía argentina. Ensayo bio-bibliográfico. Buenos Aires: Solar, 1995.” que presento en la ya citada ANH.
    Quienes la conocimos y tuvimos la suerte de estar con ella como colega y como amiga, no nos olvidaremos de su lucha por el reconocimiento de la profesión en nuestro país, porque ella que estuvo en los mas reconocidos estrados internacionales, vislumbró que tristemente en nuestro país no era así, aún tenemos que luchar cuerpo a cuerpo contra quienes de otras profesiones humanísticas y ahora del área de la tecnología ocupan aquellos lugares que por estudio, profesión y dedicación pertenecen a los bibliotecarios o bibliotecólogos. Este homenaje a “Pepita” es tambien un recordatorio a todos los colegas bibliotecarios que no debemos bajar los brazos y que la lucha continuará para que al fin se reconozca lo que somos y en cada biblioteca o cualquier repositorio de información en donde se sirva la misma con la dedicación y vocación de servicio conque hemos abrazado nuestra profesión, sea reconocida al nivel que merece y que en otras culturas lo vive desde los siglos de siglos.

    1. Gracias, Cecilia, por tu homenaje. Ojalá nuestra profesión sean reconocida y valorada como mencionás. Un saludo cordial

  2. Conoci a Josefa ( o Josefina?) Sabor allá por el 55 en la increible biblioteca-torre de la FFyL, allí habia libros que se consultaban directamente, como l’Encyclopédie (en su primera version de muchos volúmenes…). Era depués de la “ocupación” de la facultad y de su transformación gracias al equipo de Risieri Frondizi, R. Garcia ,en filo,Salas y en la Revista de la UBA J.L. Romero. Se tranformaba el modo de enseñar y la presencia de “la” Sabor era al mismo tiempo un control y una apertura sobre mundos nuevos.
    Hace solo 45 años que estoy en Francia y que enseño lingüística en l’Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, pero los años quedan presentes esos años locos de la UBA!

  3. Para quienes hemos trabajado tantos años en las bibliotecas doña Josefa Emilia nos deja una huella invorrable, muchas veces hemos bebido sus conocimientos y experiencias que han sido una brillante luz en nuestro andar profesional.
    Sus enseñanzas seguirán vivas por muchos años en las bibliotecas de América Latina y España.

  4. A los que tenemos el corazón bibliotecario nos da pena despedir a alguien que marcó a varias generaciones de colegas, pero el espíritu de Josefa siempre estará al lado de los que día a día hacemos de la bibliotecología una profesión y una filosofía.

Comentá esta noticia

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.