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Caligrafía y objetos: sentida dedicatoria de Mariátegui a Lugones

El estudio de la obra de Leopoldo Lugones atravesó a lo largo del siglo veinte largos períodos de sombra. La dimensión intelectual de Lugones y su posición central en las primeras décadas del siglo no se corresponden con la producción crítica, relativamente escasa, dedicada al poeta luego de su muerte.

Las posiciones políticas adoptadas en su madurez y su actuación como propiciador del golpe militar de 1930 explican en parte este desinterés de los académicos, revertido desde hace ya mucho tiempo.

Una mirada reduccionista sobre su figura, en la que prevalecen los brulotes ideológicos, generó una apreciación distorsionada sobre el verdadero lugar de Lugones, no sólo como innovador en la literatura y en la crítica sino también respecto de su rol en el campo intelectual. El análisis de los libros dedicados al escritor por sus pares, en especial por quienes estaban en sus antípodas estéticas y políticas, nos permite vislumbrar que la realidad era bastante distinta a la versión que nos dejó la vulgata lugoniana.

Sirva como breve ejemplo la dedicatoria que José Carlos Mariátegui le regala junto con el ejemplar de La escena contemporánea, editado en 1925 en Lima por la editorial Minerva: “A Don Leopoldo Lugones con profundo agradecimiento a su generosa intervención por mi libertad y con sincera admiración a su talento, su cultura y su obra de pensador y artista” Lima, 10 de agosto de 1929.







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