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En el fondo, el ser humano depende de su reflejo en el alma de otro, aunque ésta sea el alma de un idiota. (Witold Gombrowicz, Ferdydurke)

Witold Gombrowicz fue un escritor relevante de la vanguardia polaca de la década del 30. Fue justamente esa relevancia la que lo llevó a abordar un transatlántico que lo traería como figura literaria en un viaje a la Argentina en 1939. La pendiente trágica que haría irreversible la Segunda Guerra Mundial quiso que Alemania invadiese Polonia al tiempo que Gombrowicz llegaba a nuestro país.

Sin saberlo, Gombrowicz se había embarcado en un viaje que duraría 24 años, que terminarían por convertir a la Argentina en su segunda patria y que dejaría una importante estela de continuadores.
Gombrowicz es uno de los abanderados de una época notable de artistas polacos que incluye a escritores como Stanis?aw Witkiewicz y Bruno Schulz. Ferdydurke (1937) sería el trabajo consagratorio que lo haría subir al barco que llegó a la Argentina. Para Schulz, esa novela se trata de “un logro espiritual a la altura de Freud o de Proust”[1] . Sin dominar el castellano, encontró formas de supervivencia junto a la comunidad polaca y entró en polémicas con las poéticas nacionales dominantes. Sus diatribas “Contra los poetas”, su pedido de “¡Dejen en paz a los brutos!” o su despedida de nuestro país recomendando “¡Muchachos, maten a Borges!” son parte de un tenso clima intelectual al que Gombrowicz sabía escapar y espolear por la vía del humor, enalteciendo la inmadurez como una forma más honesta de entenderse. Es ese uno de los temas que más recorre su obra: el eterno conflicto entre madurez e inmadurez, la incapacidad de mostrarse sin una Forma que atormenta y crea sus propias condiciones, la intersubjetividad que determina que nadie pueda ser sincero. En su prólogo a Ferdydurke, Gombrowicz establece:
Estamos en la situación de un niño que se ve obligado a llevar un traje demasiado grande para él y en el cual se siente incómodo y ridículo; el niño no puede quitárselo puesto que no tiene ningún otro, pero, por lo menos puede proclamar en voz bien alta que el traje no está hecho a su medida, y de tal modo establecerá una distancia entre el traje y su persona”
Justamente, esa novela habla de un escritor novel de 30 años que le muestra su primer escrito a un antiguo profesor suyo. El profesor la lee y le encuentra defectos. Ante la mirada del Otro, el escritor se empequeñece y lo llevan de vuelta al colegio. Él no puede clamar que ha vivido una treintena porque todos naturalizan su situación de niño. El viaje está repleto de divertidas aventuras, una mezcla de risa y pesadilla en la que se busca lograr una madurez siempre esquiva.
Lentamente, Gombrowicz obtuvo un halo profético entre otros jóvenes escritores. Presididos por el cubano Virgilio Piñera, se encargaron de traducir, junto al maestro, Ferdydurke al castellano. Su influencia puede rastrearse en escritores como Osvaldo Lamborghini y Jorge Di Paola, lo mismo que en la fascinación que provocara a Ernesto Sabato el cuento “Filifor forrado de niño”, parte de la novela.

Buena parte de su breve obra se escribió en la Argentina, su obra de teatro El casamiento (1948) pasó desapercibida al editarse en castellano antes que en polaco. Obtendría reconocimiento cuando el director argentino Jorge Lavelli realizase una importante puesta en Paris en 1963. Fue esa, quizás, la llave que permitió a Gombrowicz irse a Francia, donde le llegarían todos los reconocimientos como escritor superior que aquí le fueron un tanto esquivos y le valdrían, también, nominaciones al premio Nobel de Literatura. Transatlántico (1953) narra desde una lógica alucinada el viaje de Gombrowicz a nuestras tierras, La seducción (1960), el policial Cosmos (1964) y buena parte de su increíble Diario son, también, obras que fueron alumbradas en este país.

Su enorme influencia crece con el tiempo, de escritor oculto y clave de pertenencia, cada vez más encuentra un público juvenil ávido de leerlo. Sus escritos siempre son certeros, divertidos, lúcidos, con una agilidad estilística que convence al lector del estado de gracia de su autor. Los temas de Gombrowicz siempre son serios, pero están escritos con tanto humor que es difícil no terminar riendo en voz alta de nosotros mismos. Polaco y argentino, Gombrowicz es un escritor indispensable entre los que desarrollaron aquí su obra. Un 24 de julio de 1969, hace 48 años, Gombrowicz murió en Francia. Sus escritos tienen una actualidad furiosa que invitamos a recorrer.
[1] Citado por Rússovich, A. “Gombrowicz en el relato argentino” en: Jitrik, N. (dir) Historia crítica de la literatura argentina. V. 11. Buenos Aires : Emecé, 2000, p. 364.

Un pensamiento en “Homenaje a Witold Gombrowicz”

  1. Una película que me gustó mucho y describe muy bien la vida de este escritor es, Gombrowicz, o la seducción es una película Argentina filmada en Eastmancolor dirigida por Alberto Fischerman sobre su propio guion escrito en colaboración con Rodolfo Rabanal que se estrenó el 13 de octubre de 1986. Andrés Di Tella colaboró en la investigación y Silvio Giangrande en las esculturas. Tuvo el título alternativo de Witoldo

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