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Libros,
lectores y bibliotecarios, un circuito para armar |
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A partir
de la definición del público meta de la Biblioteca
será entonces posible establecer modos de organización,
distribución de los espacios y tiempos. Para ello se
hace necesario tener en cuenta que: |
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1-
Los maestros y profesores son modelos lectores y de estudio: |
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El maestro/profesor,
liderando el proceso de construcción de sujetos lectores,
enfrentan día a día el desafío de hallar
tiempos y espacios adecuados para la lectura. |
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Así,
algunas estrategias posibles rondan alrededor de las siguientes
realidades: |
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Leer
todos los días ante los estudiantes un texto, incluyendo
un breve cuento o un poema sin prejuicios de que “eso
es para la hora de lengua o literatura”. |
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Leer,
sugerir y orientar la búsqueda de información
a los alumnos en una parte del libro de texto o de una publicación
que alguien aporta, o un material de la biblioteca que los estudiantes
mismos seguirán leyendo luego en la clase o en la casa,
es una estrategia modelar. |
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Exhibir
ante sus alumnos sus propias lecturas. Llevar libros a la clase,
comentar sus lecturas favoritas o las actuales, compartir aquellas
que están leyendo. |
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Leer
en la escuela los libros que se solicitan como bibliografía.
Mucha de la resistencia de los padres ante el libro de texto
u otros pedidos al inicio de clases, radica en que “no
se usan”. Los libros son libros cuando hallan a su lector
y esto lo saben hasta los que no leen, sobre todo si pagan
ese libro. Si ha de pedirse un texto, ha de ser leído,
de lo contrario se estará meta-enseñando que
los libros son para ocupar estanterías.
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Dialogar
con los estudiantes como quien comparte con otro lector ideas
y textos -como dice Ma. Azucena Villoldo (7)
- sin pedir cuentas “de lo que quiso decir el autor”,
sin solemnidad académica, erradicando modelos inflexibles
de lo que es “enseñable”, transmitiendo desde
una postura interdisciplinaria centrada en el receptor, que
la lectura vale la pena y que el mediador no tiene la verdad
absoluta. |
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Si los
docentes se asumen como “poco lectores” (8),
ya han dado un paso importantísimo: han elevado al plano
conciente un problema y están en el punto justo para
superarlo. El bibliotecario podrá ser un activo promotor
de cambios aportando y sugiriendo lecturas diversas hasta generar
la apropiación de la lectura como elemento cotidiano.
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2-
Los padres son modelos lectores para el niño y el joven |
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Si la comunidad
próxima de la biblioteca no frecuenta momentos de lectura,
una buena estrategia resulta convocar a los padres a leer en
la biblioteca escolar e instruirlos en el manejo del libro,
empezando tal vez por el de texto escolar, a fin de acompañarlos
a que orienten el proceso de lectura a sus hijos y juntos exploren
espacios de lectura. De este modo no se les expone sino más
bien se les invita a liderar un proceso de cambio de actitud
frente a la lectura como herramienta educativa. |
Desde esa
postura, será mucho más sencillo conocer sus intereses
a fin de poder focalizar la oferta de otros materiales de lecturas
que puedan serles “útiles” en el ámbito
de la vida cotidiana, y la biblioteca se convierte en un ámbito
de soluciones y alternativas para el mejoramiento de la calidad
de vida. |
Instalar
la necesidad de recurrir a la biblioteca y a los libros es el
desafío. Leer en la escuela es importante, porque es
imprescindible leer fuera de la escuela. Como dicen Chartier
y Hébrard, el libro es un instrumento de democracia cultural,
“su trabajo es el de relevar a la escuela después
de la escuela” (9).
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3-
El /la bibliotecario/a es un modelo lector y un mediador nato
de escenarios para que cada texto halle su lector: |
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La lectura
es reactiva. Es una acción de ida y regreso a uno mismo
y desde allí hacia los otros. Leer requiere de un espacio
interior para recibir al otro. |
No es una
novedad sostener que la lectura no es un acto mecánico,
sino una actividad que compromete integralmente a una persona:
su intelecto, sus emociones y también su físico.
Como refiere Daniel Goldin (10),
al leer sudamos, nos excitamos, percibimos sabores, texturas,
reaccionamos físicamente a través de esquemas
simbólicos. Por ello, a la hora de mediar para promover
lecturas, es importante que el bibliotecario considere que el
lector para concretarse como tal requiere de una estructura
psíquica particular y de un tejido social que le da sentido
simbólico y real a la lectura. |
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Asumiendo
estas cuestiones, el bibliotecario mediador será un sujeto
capaz de: |
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Estar
atento a la percepción del otro. |
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Ser creativo a la hora de interpretar momentos oportunos y crean
situaciones significativas y relevantes. |
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Preparar instancias de encuentros. |
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Promover
la lectura tiene que ver básicamente con una actitud
que implica aceptarla como una experiencia dialógica
que requiere una atención personalizada hacia el lector. |
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4-
Diseñar espacios curriculares de lectura. La biblioteca
debe ser parte de ese proyecto |
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La
lectura es prioridad educativa y un recurso imprescindible para
el conocimiento de todas las asignaturas escolares, por ello
debe preverse su inclusión en todos los proyectos curriculares
institucionales y disciplinares. |
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Algunas
consideraciones acerca de la inclusión curricular de
la lectura deben contemplar: |
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Delimitar
un recorrido de las lecturas necesarias para aprender lo que
se estudiará en el año lectivo y para definir
cuáles serán los logros exigibles al fin del mismo,
haciendo parte del proyecto a los alumnos y a sus padres. |
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Evitar
que dicho programa sea un compendio de lecturas aburridas y
sin sentido para el alumno, y menos aún si se sostienen
con tono amenazante o compulsivo de abordaje. Imponer lecturas
no sirve, pero no tener prevista una oferta de lectura en la
escuela, nos ha llevado en los últimos años a
un vaciamiento de contenidos a la hora de formar lectores. |
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Planificar
y ofrecer listados de lecturas significativas y enriquecedoras
para el estudio y desarrollo de todas las asignaturas escolares,
posibilitando que cada estudiante elija cuál quiere leer,
alentando lecturas complementarias. |
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Evaluar
los comportamientos lectores a través de estrategias
lectoras, o sea, que permitan demostrar al alumno el conocimiento
adquirido a través de la lectura en actividades tales
como: dar clases a sus pares asumiendo el rol de enseñante,
organizando obras escénicas con los datos, recomendando
favorable o desfavorablemente un material con fundamentos sólidos
(en términos individuales), etc. |
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Cuestionarse
y aclarar propósitos permite delinear un proyecto que
facilite acercar lecturas informativas o literarias de acuerdo
a las necesidades del lector y también acorde a los objetivos
de la escuela y de la biblioteca. Para ello, se hace necesario
recuperar en el Proyecto Curricular Institucional espacios propios
para la formación de lectores, lo cual implica que, la
biblioteca escolar sea un centro de irradiación de lecturas
y una sala o ámbito alternativos de uso pedagógico
para docentes y alumnos. Consensuar con todo el equipo docente
de la institución los textos de lectura básica
que los estudiantes leerán, será uno de sus propósitos.
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Formar
lectores requiere concretar lecturas a lo largo del año
lectivo. A leer se aprende leyendo, y por eso es que la lectura
debe plantearse como contenido real, posible, acorde a las necesidades
de cada comunidad educativa. A leer se aprende leyendo y siempre
será más fácil para un lector, recomendar
a otro lector -potencial, en desarrollo- un buen libro, un texto
oportuno. |
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