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Boletín
electrónico Año 4 No 34 |
Noviembre
2006 |
ISSN
1667-8397 |
Pizzurno
953 (C1020ACA) 4129-1272 |
Línea
gratuita: 0800-666 6293 |
Biblioteca
Nacional de Maestros |
Ministerio
de Educación, Ciencia y Tecnología |
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http://www.bnm.me.gov.ar |
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PEDAGOGIA |
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La biblioteca: un espacio de encuentro entre los jóvenes y
la lectura |
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Tradicionalmente
la lectura implicó, entre otras cosas, determinadas liturgias
relativas al comportamiento de los lectores y al uso de los libros,
que requieren de ambientes convenientemente preparados e instrumentos
y equipos especiales. Las bibliotecas, reflejan de alguna manera
(cada una a su modo) estas liturgias. En la historia de la lectura
siempre se han contrapuesto las prácticas de utilización
del libro rígidas, profesionales y organizadas con las
prácticas libres, independientes y no reglamentadas, centradas
en el lector.
Michèle Petit, en “Nuevos acercamientos a los jóvenes
y la lectura” describe lo que llama las dos vertientes de
la lectura: por un lado el poder del texto escrito, y por el otro,
la libertad del lector. Tradicionalmente, las bibliotecas se organizaron
alrededor de la primera vertiente y expresaron a través
de sus atriles, estantes y mobiliario un conjunto de reglas imperantes
para regular el contacto entre libros y lectores: según
tales reglas, se debe leer sentado manteniendo la espalda recta,
con los brazos apoyados en la mesa, con el libro delante. Para
leer se requiere concentración, quietud y silencio. Sobre
la base de estos principios se proyectaron las salas de lectura
de las bibliotecas públicas, y los salones de clase. Estos
espacios, pensados para acercar a la gente a la lectura, se organizan
entonces teniendo como base una concepción de la lectura
como actividad seria y disciplinada, que exige esfuerzo y atención,
silencio y formas de comportamiento determinadas. Estas son las
reglas que estructuran los espacios públicos destinados
a la lectura, construidas sobre el supuesto de que los textos
escritos podrían modelar a los sujetos que los descifran.
Si observamos, en cambio los comportamientos espontáneos
de los jóvenes lectores, y las formas de vincularse con
los libros encontramos formas muy diferentes. La lectura no aparece
asociada al silencio, los jóvenes leen con los “walkmans”
puestos; los libros se encuentran también en kioscos o
en las góndolas del supermercado, es allí donde
gran parte de la población se detiene a mirar o elegir
libros, o donde, en algunos casos, los chicos se quedan leyendo
mientras los padres hacen las compras. Los chicos leen tumbados
en el suelo, apoyados en una pared, sentados debajo de las mesas
de estudio, los «nuevos lectores» rechazan casi en
su totalidad o los utilizan de manera poco común o imprevista
los soportes habituales de la operación de lectura: la
mesa, el asiento, y el escritorio. Ellos raramente apoyan en el
mueble el libro abierto, sino que tienden a usar estos soportes
como apoyo para el cuerpo, las piernas y los brazos, con un infinito
repertorio de interpretaciones diferentes de las situaciones físicas
de la lectura. Estas formas de leer, evidencian una relación
física con el libro intensa y directa, mucho más
que en los modos tradicionales. El libro es enormemente manipulado:
lo doblan, lo retuercen, lo transportan de un lado a otro, lo
hacen suyo por medio de un uso frecuente, prolongado y violento,
típico de una relación con el libro, no solo de
lectura y aprendizaje, sino también de consumo.
Para Michèle Petit, las dos vertientes de la lectura implican
vínculos sociales radicalmente diferentes: en la segunda
vertiente de la lectura, el lector dialoga con el texto, lo altera,
lo reconstruye y resignifica. La democratización de la
lectura, requiere de espacios que reciban a los lectores tal como
son, que alberguen la diversidad de sentidos que ellos construyen.
Los jóvenes lectores están cambiando las reglas
del comportamiento que hasta ahora han condicionado este hábito.
Esto se advierte en las bibliotecas, que no siempre logran adaptarse
a las necesidades de estos nuevos lectores e insisten en formas
de organización y reglas que, en lugar de favorecer el
acercamiento a los libros, lo obstaculizan. ¿Cómo
construir un puente entre la necesidad de preservación
de los materiales que albergamos y la necesidad de que nuestros
usuarios se apropien de ellos?
La autora nos brinda herramientas para pensar en como transitar
de la primera a la segunda vertiente de la lectura y las dificultades
que esto implica, poniendo en el centro de estos obstáculos
el miedo a la lectura y el miedo a los jóvenes. Conocer
y enfrentar éstas dificultades es una tarea indispensable
para todos aquellos comprometidos en convertir a la biblioteca
en un escenario de encuentro entre libros y lectores.
Lic.
Raquel Gamarnik
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Bibliografía
recomendada para indagar este tema disponible en la BNM |
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Bahloul,
Joëlle; Lecturas precarias: estudio sociológico
sobre los "poco lectores". México, D.F.: Fondo
de Cultura Económica, 2002
Petit,
Michèle; Nuevos acercamientos a los jóvenes
y la lectura. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica,
1999
Petit,
Michèle; Lecturas: del espacio íntimo al
espacio público. México, D.F.: Fondo de Cultura
Económica, 2001
Sarland,
Charles; La lectura en los jóvenes: cultura y
respuesta. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica,
2003
Perrone,
Graciela, coordinador; Herrera Posse, Andrea; Redondo,
Adriana; D'Lucca de Bialet, Graciela; Fernández, Cecilia;
Martínez, Luisa; Waldner, María Virginia. Bibliotecas:
escenarios para que cada libro encuentre su lector. Buenos Aires:
Biblioteca Nacional de Maestros, 2003
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Sitios
de interés |
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http://www.me.gov.ar/lees/index.html
http://www.nuevashojasdelectura.com/p_06_obrasdesastreria.htm
http://www.literaturas.com/LecturajovenesCIDE.htm
http://www.conaculta.gob.mx/bibliotecario/ano3/abr_3.htm
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