Boletín electrónico Año 2 No 8
Julio 2004
ISSN 1667-8370
Pizzurno 953 (C1020ACA) 4129-1272
Línea gratuita: 0800-666 6293
Biblioteca Nacional de Maestros
Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología
 
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EXTENSION
 
Lectura en el salón Blanco del MECyT

¿Qué tienen James Joyce y Leopoldo Lugones en común? Es que ambos son padres de la literatura moderna en Irlanda y en nuestro país respectivamente y fueron contemporáneos. También estuvieron presentes el viernes 18 de junio de 2004 en un círculo de lectura que celebró la Sociedad de Amigos de James Joyce, que se reúne una vez por mes a leer a Joyce. En esta oportunidad le pidieron al Ministro Daniel Filmus si podían hacerlo en el ámbito del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología para la celebración del Bloomsday. El equipo de ceremonial del Ministerio se ocupo de cada detalle.

Digo que Lugones estaba también presente ya que tuvimos que contar su gestión como director de esta BNM ante los presentes y hablar de su biblioteca privada que guarda su despacho histórico.

 

En esta oportunidad las páginas de Ulises hicieron eco en las columnas y mármoles del salón Marechal (otro grande presente) y uno tras uno, los lectores sentados en un círculo
pronunciaron las onomatopeyas, las aliteraciones, las metáforas y los neologismos con que el autor se expresa para relatar y describir un insignificante hecho como un manchón de tinta en un cuaderno o deliberar si el ahogarse en una laguna es la más dulce de las muertes.

La Embajadora de Irlanda en Argentina, Paula Slattery, docentes de inglés, expertos en literatura inglesa y frecuentadores del círculo compartieron otra noche singular
junto con gente de la comunidad irlandesa y descendientes que viven en nuestro país.

Esa noche de Buenos Aires se trasladaron a Irlanda, a Dublín y sus playas, a la Montaña Feather Goose y a la frondosa imaginación de Joyce, que también añoraba sus tierras cuando escribía desde Trieste y París, los momentos y sensaciones que filtraban sus recuerdos de otros años en las páginas de su Ulises.

Fue una experiencia singular. Lo importante es que en estos momentos -que no necesitan de la virtualidad de la pantalla para convertirse en globales- el placer de la lectura compartida teje vínculos interpersonales y a la vez ensancha los horizontes de la percepción, el conocimiento y las emociones entre dos culturas.
 
Por Graciela Perrone