Boletín electrónico Año 3 No 27
Marzo 2006
ISSN 1667-8370
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Biblioteca Nacional de Maestros
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HALLAZGOS EN LA BNM
 
Para pensar

“Allá van esos comentarios; ... si te desagradaren, me holgaré con saber cuan difícil es cumplir con atenta observancia los deseos ajenos, en esto de escribir con agrado y leer sin enfado – ya que parece leve tarea, servir a la ley de los designios propios, que nos halagan primero y nos engañan después, en el pobre mundo que habitamos, satisfechos los más y condolidos los menos...”

 

 

Hoy presentamos “Los comentarios. La censura teatral.- El arte y la moral .- El público espectador” dedicado por su autor, Eduardo de Salterain Herrera al Dr. Alfredo Colmo, publicado en Montevideo en 1917.

Un viejo tema: ¿libertad de expresión o censura teatral?

“Increíble parecerá, visto a la luz de la razón serena, que un pueblo culto donde toda rustiquez preténdese rechazar, se haya puesto en problema si la libertad de teatro es artículo de cosas lícitas (...) con olor a chamusquina y tono de pía mansedumbre eclesiástica”
 

Una honorable liga de damas de la época cuenta con una respetable Comisión de censura teatral, que ha comenzado a funcionar en 1899, y que intentó evitar, entre otras puestas, la de piezas reconocidas internacionalmente como “Salomé” y “Demi – monde” que “quitaban el sueño a las pías señoras”.
Hubo quienes aplaudieron entonces el rigor de las mordazas, hubo liberales que rabiaron y hubo artistas que combatieron.
La misma organización persuadida de “su claro talento, de su cultura sabia, de su majestuosa serenidad, de su justicia elocuente, de su omnipotencia espiritual” ha publicado un libro titulado “Pro arte dramático” que en opinión del autor debiera llamarse “Contra el arte dramático”.

Otra vieja cuestión: la moral en el arte

“¿Qué necio afán es este, de confundir y complicar los términos principales de toda cuestión, con ajenos principios, razones y fundamentos? ¿No basta ya saber que el arte y la oral – según el corriente significado de los vocablos – son dos cosas distintas? ¿Por qué entonces mezclarlas?”
 

Los avances de la psicología sólo han alcanzado a plantear el problema, de ninguna manera a resolverlo.

Tampoco ayuda a abordarlo una definición genérica de educación, aquella que sólo considera la suma de influencias, cualesquiera sea el sentido en que se ejerzan, sino una serie convergente de estímulos, felices, reputados, voluntariamente ejercidos y aceptados, una dirección éticamente valiosa.

La hipótesis de la modificabilidad

“Cuando se pone en duda la educabilidad del hombre, se acostumbra a invocar la fatalidad de su naturaleza física, que domina a su naturaleza moral”

Arte y moral suelen mezclarse, confundirse y hasta completarse prácticamente , siendo natural la intervención de la sensibilidad en el juicio.
Y es natural entonces que el público asista a la representación de “Hamlet” o Tartufo” para compadecer a los atormentados personajes, para desdeñar a los hipócritas o para celebrar a los gloriosos, más allá de lo estético.

Lo razonable - sobre los que opinaron desde Rodin a Hegel – y lo bello – sobre lo que dieron postura desde Platón y Aristóteles a Kant – son revelaciones de la naturaleza humana que toca tanto a eruditos como a legos, sin criterios comunes para reconocer una y otra cualidad.

Y por último: ¿hay un arte desinteresado?

“Muy ponderados y respetables preceptistas, tienen el arte por inmoral, necesaria y fatalmente (...) Pero, aún así, y fuera de tales juicios, y de los comentarios que ellos suponen ¿por qué no mantener el principio del arte por el arte?

Si el arte “crea un mundo ficticio ¡enhorabuena!” Por qué no considerar el valor de imaginar una vida más noble y emociones desinteresadas?. “Proclamar el arte independiente(...) no es dejar la tierra y remontarse a las nubes; antes bien, tomar la vida en su plenitud, es el objeto principal del fin artístico...”
El arte no es la moral; él es moral a su modo. Y la creación del artista, libre y desinteresada, es una verdadera experiencia moral”

Este libro, con muchos más comentarios y opiniones, puede consultarse en la Sala Americana – SC 35 – 1 – 35

Por Ana Diamant