Boletín electrónico Año 3 No 22
Octubre 2005
ISSN 1667-8370
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HALLAZGOS EN LA BNM
 
Los niños y algunas explicaciones a esa manía de jugar

“El horizonte espiritual de la antigüedad no podía ofrecer un panorama donde el niño estuviese representado por algunos de los problemas que hoy atraen la atención del pensador... Se veía en la sana espontaneidad del niño el morbo moral de la imperfección humana y condensaba sus afanes pedagógicos en un afán religioso... Para que un problema tan sugestivo y tan lleno de promesas como el juego se colocase al alcance de las miradas humanas, era necesario que previamente apareciese el problema del niño...”

 

 

 Hoy presentamos “Bosquejo de una teoría biológica del juego infantil” escrito por Teodoro Causí, maestro aragonés afincado en Deusto y publicado en 1924 por Editorial Calpe de Madrid. (Incluye un capítulo que desarrolla una crítica a las actuales teorías del juego infantil y otro, que se centra en la significación biológica del juego, contenidos y enfoque novedosos para el tiempo en que fue escrito.)

El juego como problema pedagógico

“Los problemas pedagógicos son los esquemas en los cuales se condensa el pensamiento filosófico de una época, fórmulas prácticas que incorporan a la realidad del vivir las más vitales palpitaciones del pensamiento humano”
 

En su planteo inicial el autor insiste sobre la idea de que cada concepción filosófica elabora su propia pedagogía – resultante de la conjunción entre el pensamiento científico y el espíritu social y político de los pueblos - como queriendo perpetuar mediante su influencia en la educación el tipo de vida a que aspira.

Sostiene que “la pedagogía es la afirmación del hombre” y para que se consolidara fue necesario que las perspectivas sociales sufrieran transformaciones, en relación a una mayor amplitud de los estados de conciencia y de dignificación de la humanidad.

Hizo posible pensar en el futuro del hombre, no como afirmación dogmática sino como inquietud.

En ese sentido, la pedagogía no puede eludir el compromiso de revisar el tema del juego, ya no desde la perspectiva del “psicologismo” sino a la luz del naciente esplendor de las ciencias biológicas.

Emilio y la nueva pedagogía

“... junto con El contrato social inaugura un nuevo período de la historia del mundo... hacer que la libertad humana sustituya a las coacciones de una autoridad omnipotente en su arbitrariedad; que la justicia social reemplazara al privilegio...”
 

Desde sus textos Rousseau, exponente de “la nueva filosofía que creó la nueva pedagogía”, reclama el respeto a la libre espontaneidad del niño, que en otros tiempos hubiera sonado casi como una herejía, “cuando todo pugnaba por sofocar lo que en el niño hay de espontáneo, de natural, de primitivo...”.

Cuando esa ideología se instaló en el “alma colectiva”, cuando adquirió fuerza dogmática, pudo darse “por definitivamente caduca la vieja ideología y por triunfante la que de ella se engendró”.

5 de julio de 1661 – “El Rey Felipe IV declara en una cédula ser Buenos Aires la plaza de América más apetecida de los estrangeros”

Problemas tan complejos e importantes como los del juego infantil no hubieran podido ser resueltos sin considerar previamente los que Rousseau formula al encuadrar lo educativo en el amplio marco de la libertad humana, valorando la infancia y haciendo posible someterla al rigor lógico del conocimiento, reconociéndola como algo sustantivo, con personalidad propia, dejando el campo abierto a la investigación y creando el medio natural que estas ciencias necesitan para desarrollarse.

La educación no podía encontrar sus fundamentos científicos “sin conocer previamente el alma humana, sin penetrar en el mundo interior de la conciencia, sin un conocimiento cabal de la psicología del niño”.

¿De qué psicología estamos hablando?

“... acaso ningún problema pedagógico demande con más urgencia que el juego infantil una revisión total de sus datos, harto impregnados de psicologismo, pero inconsistentes y opacos hoy ante los firmes rasgos y el naciente esplendor de las ciencias biológicas”

De la que “no puede prescindir, para interpretar con rigor científico los mecanismos del alma humana, de los datos que las ciencias biológicas le aportan (...) borrando las aristas del viejo dualismo humano del cuerpo y del alma”.

Si la pedagogía no puede romper los lazos que la unen con la psicología, es por que la necesita como punto de apoyo, “en un momento de optimismo social, de total renovación de conceptos”.

Se trata de esa psicología que por tan próxima a las ciencias biológicas elude el apriorismo “en que fácilmente incurre el pensamiento cuando, por exceso de exclusivismo en la interpretación de los fenómenos limita sus afanes con abstracciones” que permite revisar muchos de los viejos problemas y darles un aroma fresco.

El juego como problema y el problema del juego

“El problema del juego es el problema del niño, la expresión de su vitalidad, el centro de gravedad de toda la biología de la infancia”

Explicar el juego equivale a penetrar la intimidad orgánica y espiritual del niño, es por lo tanto, el eje orientador para definir la educación, para limitar sus posibilidades y fijar su contenido filosófico.

La educación es una perspectiva, un camino hacia el futuro, una aspiración hacia una vida desenvuelta.

El lugar de la mujer se ubica como “una posición distinguida, siendo su influencia bastante considerable hasta en la vida pública”.

La transacción que todo sistema pedagógico ha de operar, no puede evadir “injertarse en el tronco de la espontaneidad del niño, la sabia de la vida del hombre”.

Pero la actividad espontánea del niño se expresa en el juego y ningún fenómeno resulta significativo para él si no puede traducirse a términos lúdicos.

“Si el niño ha de humanizarse en la escuela (...) sólo podrá conseguirse a condición de que la pedagogía infantilice sus procedimientos, a condición de que su arte arranque del subsuelo de la vida del niño, donde el juego extiende sus raíces".

Este libro puede consultarse en la Sala Americana SA 40 8 37

 
Por Ana Diamant