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Boletín
electrónico Año 3 No 18 |
Junio
2005 |
ISSN
1667-8370 |
Pizzurno
953 (C1020ACA) 4129-1272 |
Línea
gratuita: 0800-666 6293 |
Biblioteca
Nacional de Maestros |
Ministerio
de Educación, Ciencia y Tecnología |
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http://www.bnm.me.gov.ar |
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ACTIVIDADES
DE EXTENSION |
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Presentación del libro
“El maestro, la música y el niño” de la
Prof. Laura Barrera |
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Agradezco
a mi querida amiga Laura esta invitación para presentar
su libro. Este gesto habla de su amistad y de su histórica
apertura a lo interdisciplinario, ya que ejerzo la docencia terciaria
y universitaria desde mi profesión de psicólogo.
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Asistimos
hoy a la presentación de un libro, de una obra que conlleva
en su ser un acto de donación por parte de su autora: Laura
nos dona con este libro una buena dosis de energía, talento,
creatividad, trabajo intelectual, rigor metodológico, constancia,
la firme convicción en sus ideas, una sólida coherencia
entre lo que escribe y lo que hace en sus clases….y nos
dona la transmisión de una ética en relación
a la delicada y esencial tarea cotidiana de educar al niño.
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Este
libro tiene una autora que seguramente primero lo deseó
y soñó, luego lo gestó y finalmente nos lo
presenta en un ritual compartido por todos nosotros, para que
entre todos comience a dar sus primeros pasos y mágicamente
adquiera vida propia aquí o allá donde fuere que
sea leído.
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J. Derrida
define a la familia como la creación de un lazo social
en torno a un nacimiento. Este libro entonces nos convoca y nos
enlaza en una gran familia que tiene como función simbólica
recibir al recién llegado.
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Walt Whitman
escribió en“Canto a mí mismo” la siguiente
dedicatoria: “Esto no es un libro. Quien lo toca está
tocando a un hombre.”
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Tenemos entonces
un hermoso retoño que refleja el pensamiento de su autora,
que como toda creación adquiere un sello y un nombre propio
para ser interpretado desde cada subjetividad de un modo particular.
Leer un libro es un modo de apropiárselo, de “autorizarse”
y reinventarlo, como en la magistral metáfora de Borges
sobre El Quijote de Pierre Menard.
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“El
docente, la música y el niño” es un título
que me encanta por su profunda sencillez, propongo como analista
una interpretación libre del mismo. Se me ocurre entre
otros modos de nombrarlo: la importancia del otro y la música
en la construcción de la subjetividad del niño.
En mi lectura del texto, el niño es el último y
principal destinatario; desde las primeras páginas su autora
llega hasta nuestras raíces infantiles y remueve cierto
dolor por una sutil forma de violencia de la que podemos haber
sido objeto cuando alumnos, violencia que podemos reproducir como
adultos desde cualquier rol. Si un maestro no es lúdico,
si no es musical en su manera de transmitir, si no permite el
surgimiento del jugar en el niño, este será irremediablemente
herido en su naciente subjetividad.
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“El
maestro, la música y el niño” transmite desde
sus primeras páginas una ética de la libertad, de
la espontaneidad, del placer por el enseñar y el aprender
como sustancias indispensables. Leeré sólo un párrafo:
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“Observo
en los docentes una marcada aprensión por la falta de orden…..Considero
que dicha actitud no es válida en lo que respecta a la
enseñanza de la música o de otra manifestación
artística. El desborde creativo es a menudo generador de
bienestar y crecimiento por parte de los alumnos y de sus maestras……Si
no aprendemos “a divertirnos”, o si no encontramos
placer en la enseñanza y en el “dejar hacer”
al otro, no podemos incorporar ese desorden como elemento necesario
del aprendizaje.”
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Encontramos
en este fragmento lo que para mí es un original estilo
de apelación al desorden como categoría necesaria
del proceso de aprendizaje.
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Leemos en
Morin: “El universo entero es un cocktail en el que participan
orden, desorden y organización.”…“El
paradigma de simplificación domina nuestra cultura hoy.
Simplificar no es hacer las cosas con simpleza, sino mutilar la
riqueza de lo complejo. El pensamiento mutilante conduce necesariamente
a acciones mutilantes.”
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Escribir un
libro es finalmente una aventura intelectual, porque lo intelectual
invoca a la razón, a lo científico, a lo estructurado.
A su vez el significante aventura remite a lo impredecible, al
acto que va más allá del límite, a la dimensión
de la creación. Un buen libro es el producto de esta paradójica
dualidad, un territorio significante en el que habitan y conviven
las paradojas generando efectos de sentido impensados. Laura construyó
esta obra que lleva implícitas las características
del pensamiento complejo e interdisciplinario transmitidas con
una sencillez y claridad propias de quien lleva años trabajando
y pensando en y sobre el hacer con niños.
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Por último
este libro va dirigido más allá de los docentes,
a todos aquellos profesionales que trabajan con niños,
a los que se interesan por ellos y a todos los adultos que indudablemente
alojamos en nosotros al niño que fuimos. Es un libro que
nos invita a jugar con la música y a propiciar el juego
musical como herramienta en distintos ámbitos. La música
es juego, es invención, es creación, es subjetividad,
es vida humana.
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Pablo Neruda
en su segunda Oda al Libro expresa:”Nosotros los poetas
caminantes, exploramos el mundo,…… participamos en
la lucha terrestre. ¿Cual fue nuestra victoria? Un libro……”
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Laura viene
trabajando para que este acontecimiento se produzca desde hace
mucho tiempo, desde que comenzó su carrera, o tal vez desde
niña en sus tiempos de alumna, y aún antes de nacer
cuando sus padres eligieron el nombre Laura, cuyo significado
es: la que triunfa.
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Lic.
Néstor C. Córdova |
Psicólogo
- Co-director de Ceap |
Adjunto
del Proyecto de Extensión Universitaria de la Facultad de
Psicología UBA |
Profesor
titular de Psicología Evolutiva II del IPES |
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