Conocer la biblioteca de un escritor, probablemente, permita descubrirle un perfil nuevo o entenderlo de una manera diferente.

Préstamos y regalos; compras y pedidos: entre el gusto y el trabajo literarios que se materializan en el espacio físico de la biblioteca se configura una imagen de escritor que nos incita a volver a él, a releerlo.

La posibilidad de acceder a la biblioteca de Leopoldo Lugones, a la sala que la alberga y a los libros, resulta inmejorable para llevar adelante esa empresa.

No sólo se trata de los libros que acaso leyó o quiso leer, sino también de los que le regalaron y dedicaron y de aquellos sobre los que él mismo escribió agregando notas al pie o comentarios en el margen.

En definitiva: ¿por qué no leer, en la biblioteca de Lugones, entre sus libros y a través de sus propias anotaciones, una expresión de su trayectoria intelectual?, ¿por qué no buscar allí, en todo caso, una clave explicativa de sus opciones estético-ideológicas?