Boletín electrónico Año 2 No 10
Septiembre 2004
ISSN 1667-8370
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Biblioteca Nacional de Maestros
Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología
 
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Especial IFLA
 
Una noche en la Embajada

En una de esas noches espléndidas que Buenos Aires puede brindarnos en pleno invierno, llegamos a la dirección de la calle Gelly Obes donde, como escondida, estaba nada menos que la imponente mansión sede residencial del Embajador Británico.

Tras las importantes escaleras, paso obligado de cada uno de los invitados, nos aguardaba el anfitrión, el señor Embajador Sir Robin Christopher acompañado por Angela Frampton del Chartered Institute of Library and Information Professional (CILIP), para darnos la afectuosa bienvenida.

En una sala reunidos, los concurrentes de las más diversas partes del mundo, pronto nos inter-relacionamos amenizados por los deliciosos canapés y el buen vino. Junto a la Lic. Graciela Perrone, directora de la Biblioteca Nacional de Maestros, compartimos una agradable charla con viejos y nuevos amigos. Sin lugar a dudas, una gran expectativa se vio resuelta al abrirse las puertas del gran salón. Una tarima dispuesta en forma de escenario y algunos micrófonos fueron la antesala de las palabras de bienvenida del Señor Embajador, los representantes del CILIP y del Consulado Británico, en el marco de nuestra visita con motivo del 70 Congreso de la International Federation of Librarian Asociation (IFLA).

Todo parecía estar dentro del protocolo, mientras el conjunto folklórico musical "Los 4 de Salta" inundaba de emoción a los serios y distinguidos espectadores con su versión del "El cóndor pasa". Sin embargo, todo cambió al comenzar su número el "Ballet Salta". La simpatía de Don Hugo Giménez, el color y la gran destreza de su grupo en sus danzas y malambos provocaron la espontánea lluvia de flashes, palmas al compás y fuertes aplausos llenos de asombro y admiración. Hasta la propia mascota del lugar no resistió la tentación y fuera de las reglas decidió darse una vuelta y observar el espectáculo más de cerca, hecho recibido con alegría por la gran mayoría de los invitados. Y para terminar con el hielo, si es que algo de ello quedaba, invitados y bailarines se dieron el gusto de bailar todos juntos nuestras danzas folklóricas. Más allá del protocolo, el idioma diferente y el congreso que nos reunía, recordaremos por siempre la alegría y la emoción de aquella noche en la embajada.

 
Por Nidia Bertuna
Fotos gentileza de Eduardo Beltramino