Saltar al contenido principal

Reuniones sociales

Una secuencia didáctica para Nivel Primario (5º a 7º grado) que se propone abordar la vida cotidiana en los años cercanos a la Revolución de Mayo de 1810, focalizándonos en algunos aspectos: espacios de sociabilidad y reunión, entretenimientos, juegos y bailes que, tanto en el campo como la ciudad, eran frecuentes.



Para trabajar con imágenes

«El Minuet» de Carlos Pellegrini

«Tertulia porteña» de Carlos Pellegrini

  • Observen las reproducciones de las acuarelas de Pellegrini “El  Minuet” y “Tertulia Porteña” (aprox. 1832)
  • ¿Pueden describir las acciones que las personas están realizando?
  • Averigüen de qué se trata el minuet


Para trabajar con textos

  • Lean los textos de viajeros europeos que presentamos a continuación.
  • ¿Qué otros datos sobre las tertulias nos aportan?
  • Piensen en los cambios y continuidades que ha habido entre las reuniones sociales del siglo XIX y las actuales. ¿Qué cosas se siguen haciendo en una reunión en nuestro país? ¿Cuáles no?
  • El relato de Arsène Isabelle pareciera dar indicaciones de comportamiento en una tertulia a otra persona que pudiera visitar Buenos Aires y ser invitado a una de estas reuniones. ¿Qué indicaciones le daría Arsène Isabelle a un francés que viniera en el 2010 a visitar Buenos Aires y fuera invitado a alguna reunión social? Pueden escribir un texto humorístico imaginándose la situación
  • Lean el texto Reunión fanililar de Alexandre Gillespie que presentamos..
  • ¿Hay algo que les llame la atención de la situación que describe?
  • Al igual que lo hicimos con las tertulias, piensen en los cambios y continuidades que ha habido entre las reuniones familiares del siglo XIX y las actuales. ¿Qué cosas se siguen haciendo en una reunión familiar en nuestro país? ¿Cuáles no?



Tertulias

Alexandre Gillespie (1807) “...Era invierno cuando nos adueñamos de Buenos Aires; durante esa estación se daban tertulias o bailes todas las noches en una u otra casa. Allí acudían todas las niñas del barrio, sin ceremonia, envueltas en sus largos mantos (...) No se ofrecían refrescos en estas ocasiones, que unos pocos eran especialmente invitados y donde todos, aun los ligeramente presentados, eran bienvenidos. Los valses estaban en boga y la música era de piano acompañado con guitarra, que todos los rangos tocaban. Ninguna otra matrona, a no ser la de casa, estaba presente, quien era su única protectora, y todos se iban a las diez. Cuando cualquiera del clero entraba, se producía una reserva general y tan cohibidas estaban las damas por un sentimiento transitorio de decoro y de servil fanatismo, que exclusivamente se dirigían a él durante su estada. (...)
La música era tenida como perfección preeminente, y no se ahorraban gastos con ese fin, sea en instrumentos o composición. (...)
Como en todo los países lindantes con un estado natural, la poesía parece el genio conductor de las clases inferiores en esta parte de la América del Sur, pues al pedírseles a cualquiera que toque la guitarra, siempre la adaptará a estrofas improvisadas y convenientes con gran facilidad.” (Págs. 204-206)

Gillespie, Alexandre (1921) Buenos Aires y el Interior. Traducción y prólogo de Carlos A. Aldao, Buenos Aires. Extraído de: Busaniche, José Luis (1985) Estampas del Pasado I, Buenos Aires, Hyspamérica.

 

Tertulias porteñas

Arsène Isabelle (1830) “Las porteñas como las montevideanas, tienen la misma disposición que las hijas de Italia para la música, pero por lo general, no se dan el trabajo de estudiar la música escrita y les basta con oír una o dos veces un aire cualquiera, una contradanza y hasta una ouverture, para ejecutarla en el piano o en la guitarra con la mayor exactitud. Gustan especialmente de la música italiana y francesa, pero una inclinación irresistible las lleva a preferir, con frecuencia, los tristes peruanos, los boleros españoles, los cielitos argentinos, que tienen un encanto muy particular. Nada más seductor que una porteña cuando le dice a otra en tono confidencial: “Este cielito me lleva el alma.”
Entremos a la tertulia: haréis bien en dominar vuestros sentidos para no dejaros turbar por ese enjambre de mujeres seductoras, no les deis el gusto, que ambicionan como ningún concierto, van a ofreceros el mate, el inevitable mate, con el que acaso provoqueis su hilaridad. Porque difícilmente se puede tomar mate, la primera vez, sin quemarse la lengua, sin tapar la bombilla con una aspiración exagerada. Fijaos en esas damas cómo tratan de contener la risa tras el lindo abanico con que pretenden ocultar su rostro. No hay que ponerse muy colorado... felizmente el baile comienza y puede llegaros el turno de reír. (Págs. 91-92)

Extraído de: Busaniche, José Luis (1985) Estampas del Pasado II, Buenos Aires, Hyspamérica.

 

Reunión familiar (1807)

Gillespie, Alexandre “Un día recibí invitación para una comida de un capitán de ingenieros, cuyos detalles describiré como probablemente demostrativo de las costumbres generales en ocasiones de ceremonias. Todos los que se sentaron a una mesa muy larga, profusamente tendida, fueron tres: su esposa, el capitán Belgrano y yo. No había sirvientes presentes en ningún tiempo, excepto cuando entraban o sacaban los servicios, que consistieron en veinticuatro manjares: primero sopa y caldo y sucesivamente patos, pavos y todas las cosas que se producían en el país, con una gran fuente de pescado al final y fuimos servidos durante la comida por cuatro de sus parientes más cercanos, que nunca se sentaban. Los vinos de San Juan y Mendoza se hicieron circular libremente y mientras gozábamos de nuestros cigarros, la dueña de casa con otras dos damas que entraron, nos divirtieron con algunos lindos aires ingleses y españoles en la guitarra, acompañados por esas voces femeninas. Comimos a las dos y la compañía de deshizo, para su siesta, a las cuatro.” (Págs. 204-206)

Gillespie, Alexandre (1921) Buenos Aires y el Interior. Traducción y prólogo de Carlos A. Aldao, Buenos Aires. Extraído de: Busaniche, José Luis (1985) Estampas del Pasado I, Buenos Aires, Hyspamérica.