Una secuencia didáctica para Nivel Primario (5º a 7º grado) que se propone abordar la vida cotidiana en los años cercanos a la Revolución de Mayo de 1810, focalizándonos en algunos aspectos: espacios de sociabilidad y reunión, entretenimientos, juegos y bailes que, tanto en el campo como la ciudad, eran frecuentes.
Riñas y sortijas
Pablo Mantegazza (Aprox. 1860) “Después de las carreras de sortija que se realizaban en verano, la diversión predilecta de los argentinos, en el invierno, es la riña, o pelea de gallos. Durante esta estación, se ven en todos los patios y delante de las casas, grandes jaulas de cañas en las que está encerrado el gladiador con la única compañera que se le concede. El gallo es preparado para la lucha con un régimen dietético, (...) se procura, con alimentos suculentos, fortificar su fibra muscular, en mengua de la gordura linfática de los flojos. De cuando en cuando, se educa al gladiador en las luchas de la batalla, cubriendo su espolón con una camisa de cuero para que no pueda herir, y en estas pruebas se calcula el valor del campeón y se fijan sueños más o menos dorados sobre el porvenir. (...) Cuando el gallo está compuesto, se lo lleva el reñidero, verdadero teatro, que paga un derecho al gobierno, y en el que se exhiben, escritas sobre una gran tabla, las leyes de la guerra gallesca. Después, al campeón, en medio de la arena, se le busca un rival, al que se pesa y confronta, para igualar en los posible a los combatientes en tamaño y peso. Las armas son las espuelas naturales u otras postizas de latón o de plata. Las de acero están prohibidas por reglamento porque se las cree venenosas. La riña puede durar hasta la muerte de uno de los gladiadores, o hasta que uno de ellos cede el campo y huye por una pequeña salida que está siempre abierta, para los cobardes, en una esquina de la arena. También se considera derrotado el gallo que, sangrando, bizco y tal vez caído el pico, canta, llamando a su socorro a las gallinas de su harén. (...)
Sortijas
En las grandes fiestas nacionales y en las solemnidades religiosas, jamás falta en la plaza de la aldea un arco, del que pende un pequeño anillo de oro, apenas suspendido de una débil cinta de seda. Deben los jóvenes, corriendo precipitadamente a caballo, pasar por debajo del arco, enhebrar el anillo con una varita y separarlo. Este juego de la sortija, se realiza en presencia de las autoridades civiles y militares del país y en rueda de las elegantes señoritas que, con sus pañuelos y sonrisas, animan a los caballeros en la difícil empresa, para enorgullecerse de adornar sus dedos con el obsequio del vencedor. Estas fiestas recuerda los gloriosos tiempos de nuestra Edad Media.”
(Extraído de: Busaniche, José Luis (1985) Estampas del Pasado II, Buenos Aires, Hyspamérica., págs. 241-243)
Corridas de toros
De Lafuente Machaín “Como antes, la fiesta más popular era la lidia de toros, pero por su carácter cambió a causa de la poca afición que mostró por ella el rey don Felipe V. Esto modificó el concepto que merecía, pues los señores e hidalgos se alejaron del redondel y fueron reemplazados por profesionales salidos de las bajas esferas, los cuales mediante sus proezas taurinas, lograban convertirse en ídolos del pueblo aficionado a cultivar la baulera.
La función no se limitaba a lidiar un reducido número de toros, sino que se agregaba al programa, el desfile de muñecos, mojigangas, gigantes, enanos, máscaras en carros, a caballo y a pie, etc., en medio de la gritería charangas y cuanto propendiera a enardecer al público, siempre ávido de ruidos y gritos, que confunde con la alegría.
El ruedo o circo se formaba en la plaza Mayor, frente al Cabildo, con una medida aproximativa de 60 varas por lado. Los balcones del Ayuntamiento servían de palco para las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, así como para sus familias e invitados de honor. Convenientemente adornado con cabalgaduras y guirnaldas, eran un elemento decorativo en el conjunto.
Los costados del circo se cerraban con barreras y detrás se hacían palcos y tendidos, con su clasificación de <<sol>> y <<sombra>>. Por motivo que se ignora, la parte del este se llamaba <<la Mariquita>>. Las localidades se vendían de antemano y algunas tenían adquirentes habituales.
El toril se ubicaba a un costado de la Plaza, con postes y tablas formando bretes.
La celebración de las corridas allí, iban aumentando los motivos de conflicto entre las autoridades por cuestión de precedencia e invitaciones. Además el ganado chúcaro, causaba sustos y accidentes al atravesar por la ciudad.”
De Lafuente Machain, R. (1946) Buenos Aires en el siglo XVIII. Buenos Aires, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. (págs. 223-224)
Más juegos: la chueca y el pato
La chueca
Concolorcorvo(1773)“Los habitantes , desde de Buenos Aires hasta Mendoza, ocupan un territorio llano, dilatado y de piso fuerte por lo general. Sus diversiones, fuera de sus casas, se reducen á jugar la chueca bárbaramente, y sin orden, porque aunque es un género de malla, es solamente una bola entre muchos sujetos, que á porfía la golpean. Algunos se avanzan para cogerla, y como la bola, por el desorden, no lleva siempre el movimiento recto, hay cabezas rotas, y muchas veces pies y piernas lastimadas. También juegan al pato en competentes cuadrillas”
Extraído de: Concolocorvo (1908) El lazarillo de los ciegos caminantes desde Buenos Aires hasta Lima. 1773. Buenos Aires, Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco. Biblioteca de la Junta de Historia y Numismática Americana. (pág. 146-147)
Algunas páginas con información
Historia del pato o palín en Wikipedia
El pato como deporte en Wikipedia