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El objetivo de esta sección es dar a conocer piezas de valor histórico que constituyen el fondo patrimonial de la BNM a la vez que una invitación a consultarlas.
No sólo se trata de encontrar el texto que ha quedado descansando, a la espera de una nueva consulta. También de regresar al que alguna vez ya fue interpelado a la luz de nuevas lecturas, otras preguntas, renovadas interpretaciones.

Reclamo por la equidad
   
En aquel entonces bosquejé ya ligeramente el estudio que ahora presento á consideración de los que se ocupan del importante problema de la disciplina escolar, y al publicar alguna de sus partes, lo hice más con la intención de colocar una barrera á las numerosas denuncias que á diario se hacían contra el Magisterio nacional, que con la de estudiar científicamente el asunto que ya pos intuición había organizado en esta forma, de acuerdo a las exigencias de la vida real”.

Hoy presentamos “La disciplina escolar y los castigos corporales. Ensayo psícolo – pedagógico” por Horacio Dura, editado en 1909 en la Imprenta El Siglo Ilustrado de Mariño y Caballero de Montevideo.
El ejemplar está autografiado por el autor al Dr. Ardoino Martini, científico italiano radicado en la Argentina, dedicado al campo de la química.
Horacio Duro publicó también, en 1937 “Intento de una Pedagogía Americana” a través de la Sociedad de Teosofía del Uruguay.

Contexto de época

En aquel momento bosquejé ya ligeramente el estudio que ahora presento á la consideración de los que se ocupan del importante problema de la disciplina escolar, y al publicar alguna de sus partes, lo hice más con la intención de colocar una barrera á las numerosas denuncias que á diario se hacían contra el Magisterio nacional, que con la de estudiar científicamente el asunto”

Son muchos los pedagogos y psicólogos de todos los tiempos que han discutido el valor pedagógico – o no – del castigo corporal en la escuela y que han llegado a la conclusión de que los castigos, por si mismos, no educan.
También han puesto en cuestión la relación entre educar e instruir y la responsabilidad de la familia, la sociedad y la escuela en cuanto a la disciplina y al orden.

¿Disciplinar y educar en la escuela?

Concepción ésta que tiene por fundamento la profunda diferencia que existe entre la disciplina y la educación, y hace ver cómo los medios que deben usarse para educar no pueden ser iguales á los que han de servir para disciplinar (…) razón por la que los castigos no dan los resultados que se les pide cuando se pretende educar con ellos”

La duda permanece para algunos cuando de lo que se trata es de llegar a un niño disciplinado. En ella conviven los que piensan que sólo se puede llegar con rigor, los que “proponen mil medios de convicción y de amor llegando hasta la caridad (…) medios todos muy delicados, muy hermosos” y aquellos que no proponen nada “ y se limitan a destruirlo todo”
Están los que como Tolstoi piensan que no debe disciplinarse en la escuela, que de ello se tiene que ocupar la familia “rindiendo tributo á rosadas ilusionasen su afán de adornarnos las cosas para poder presentar la realidad de la vida, cual debiera ser de acuerdo con el ideal más bello de la Humanidad” Y están los que piensan que la escuela debe disciplinar ya que de lo contrario la función de educar no será posible.

Los castigos ¿educan o disciplinan?

 “No podríamos, pues,  negar que los castigos educan indirectamente. Por otra parte, no tenemos para qué buscar el resultado de una manera directa, basta que ellos disciplinen, porque el fin de los castigos debe ser sólo disciplinar”.

La disciplina será entonces el antecedente de la educación, que “vendrá por si sola, como consecuencia de la misma disciplina (…) pues conseguida esta, ella misma irá educando inconscientemente por su persistencia; porque bajo su imperio se irán restringiendo las indisciplinas (…) y por la costumbre que se desarrollará como consecuencia de la misma conducta que educaría á un mismo tiempo positiva y negativamente: positivamente por el ejercicio de una buena acción (…) negativamente, por el no ejercicio de una mala acción (…) Quiere decir, pues, que los castigos disciplinan y educan”.

¿Cómo educar y disciplinar?

 “Muchos autores que á toda quisieron disciplinar sin ejercer presión alguna sobre los niños, se han esforzado por implantar sistemas disciplinadores suaves, desechando como gravemente peligroso todo lo que, caracterizado por el rigor y la energía tienda á conseguir dicho fin (…) humillando al niño”.

Estos autores, dicen sus opositores, confunden educación con disciplina, fines con medios, lo útil con lo perjudicial. No sería posible la organización humana sin rigor, escatimando los medios indispensables “las leyes y los reglamentos escolares tendientes á sujetar á los niños á aquel estado de orden tan necesario” ni la escolar que debe corregir “la desobediencia y la falta de respeto al maestro; el abuso de autoridad que ejerce un niño cuando pega, maltrata ú ofende á otro niño”.
El niño, que no está formado ya “con un alma y un corazón más ó menos desarrollados” va a la escuela a formarse y “cuando la amonestación no alcanza para fiscalizar la conducta” aparecería el fundamento para los castigos en la escuela, que sería una forma de cuidarlo como lo serían también la suspensión de los recreos “ó bien retardar su salida hasta treinta minutos después de la hora fijada por el Reglamento”.

¿Por qué educar y disciplinar con castigos?

 “La idea de que el maestro puede castigar á sus alumnos de la manera que él presume mejor, vendría á favorecer la causa la causa educacional tan positivamente como no es posible hacerlo hoy; pues en la actualidad el niño vive en un campo estéril, falto de excitadores de sentimientos”

Si es al maestro a quien se encomienda la tarea de desarrollar la moral, la misión de cooperar con la naturaleza, “de transformar el poder reflexivo del alma infantil, todavía animal, en el otro poder reflexivo, propio del alma ya humana del hombre”, debe quedar autorizado a desmitificar el hecho de que “los niños de nuestras escuelas saben que no se les puede tocar, y es precisamente por esto que resultan merecedores de ser tocados alguna vez, es precisamente por esto que resultan indisciplinados é insolentes”

Ana Diamant

Este libro puede consultarse en la Sala Americana – SA 34 – 10 – 47
Ingrese por aquí para ver la versión digitalizada en texto completo

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