Asume como Director de la Biblioteca Nacional de Maestros. Su gestión (1915-1938) posiciona a la BNM a la par de las bibliotecas más modernas del mundo. Conforma la colección de la Sala del Tesoro, que reúne obras valiosas editadas con anterioridad a 1810.
Crea la Sección Infantil, un espacio para promocionar la lectura en los niños.
Adquiere para el fondo de la Sala del Tesoro la Gazeta de Buenos Ayres.
Publica el artÃculo “Bibliotecas Vivas†en el diario La Nación, destacando el incremento de lectores.
“La libertad espiritual y material de los lectores de la Sección Infantil, es mucho mayor que la de los adultos: experiencia que en cuanto al comportamiento y la aplicación ha sido un éxito completo. Pertenecientes en su mayorÃa a familias obreras, esos chicos se portan como excelentes dueños de casa; pues saben expresamente que lo son. Su cortesÃa y su bondad entre ellos, no menos que su dedicación al trabajo y las lecturas recreativas de cultura general, son verdaderamente notables. Sabiendo, porque asà se lo decimos, que pueden hacer lo que quieran, no hacen sino lo que debenâ€.
Inaugura la Sala Alfredo Colmo con la donación de la familia del jurista que reúne 10.000 libros, folletos y revistas.
Las obras reunidas constituyen la colección más valiosa conformada a lo largo de más de un siglo editadas con anterioridad a 1810. La variedad temática incluye desde textos sagrados y de teologÃa hasta preciosas ediciones renacentistas de libros cientÃficos y filosóficos.
Ediciones exquisitas de la crónica americana y rioplatense de las que se pueden mencionar tÃtulos como la edición vallisoletana de 1555 de La relación y comentarios del Gobernador Alvar Núñez Cabeza de Vaca o la primera edición en latÃn de 1599 de la Vera storia... de Ulrico Schmidl.
Otros valiosos libros que merecen mencionarse son las obras completas de Platón con traducción y comentarios de Marsilio Ficino editadas en ParÃs en 1522 o la primera edición completa de la Enyclopédie dirigida por Diderot y D’Alambert, publicada en ParÃs a partir de 1751.
Con respecto a las ediciones rioplatenses, son especialmente estimadas las publicadas por la “Imprenta de Niños Expósitos†y una de las colecciones más completas de la “Gazeta de Buenos Airesâ€.
La Biblioteca Personal es el legado del escritor a la institución que dirigió durante 23 años y junto con los ejemplares del Fondo Antiguo de la Sala del Tesoro constituye el corazón de nuestra biblioteca.
En sus piezas se dibuja el mapa intelectual del poeta, su pasión por la filologÃa clásica, como ensayista y traductor, el amplio arco de sus lecturas polÃticas, su fascinación por las ciencias ocultas y los textos cientificistas que tanto influyeron en su literatura fantástica. Los centenares de volúmenes que le dedicaron escritores e intelectuales nos señalan el lugar central que en la Argentina de la época ocupó Lugones, no sólo en el campo de la cultura sino también en el de las ideas y la educación.
Su abundante marginalia manuscrita nos acerca al escritor en su mesa de trabajo. Su caligrafÃa en azul, rojo y negro traza notas eruditas tanto en los márgenes de una traducción de San Dionisio, como en los blancos de un texto gauchesco o en una gramática de las muchas lenguas de su interés.
Al entrar en el despacho de Lugones el visitante es atrapado por la gravitación de los libros, el ámbito sereno de un orden, el tiempo disecado y conservado mágicamente. Las estanterÃas crujen y las teclas de su máquina de escribir parecieran sonar al ritmo de su pensamiento. Un modo de recrear una y otra vez el encuentro con Lugones.